Distinguidos expertos,
Representantes de las Misiones Permanentes,
Secretaria Ejecutiva de la Comisión Interamericana de Mujeres, Carmen Lomellin,
Señoras y señores:
Es un honor darles la bienvenida a la Primera Reunión de Expertos del Mecanismo de Seguimiento de la Implementación de la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, “Convención de Belém do Pará”. Distinguidos expertos, permítanme, ante todo, felicitarlos por su designación para este Comité y expresarles mi profundo reconocimiento por la labor que están por emprender en la lucha por eliminar la violencia contra la mujer.
Al enfrentar este problema, también debemos rendir tributo y reconocimiento al importante papel de la mujer en todos los aspectos de la sociedad –cultural, político y económico. Imposible exagerar la contribución de las mujeres a sus familias, sus comunidades, sus países y el mundo. Sea al frente de una gran empresa, en la agricultura, en la dirección de una pequeña empresa o al frente de una familia, la mujer agrega valor de múltiples maneras. Sin embargo, con demasiada frecuencia, las mujeres enfrentan la discriminación, el abuso y la negación de la igualdad de derechos y protecciones.
La violencia contra la mujer es un problema grave que afecta a las sociedades de todo el mundo. Este flagelo impide el desarrollo social y limita en todos los ámbitos de la vida la capacidad de la mujer de realizar plenamente su potencial.
Como ustedes saben, en ningún país del mundo las mujeres están libres del flagelo de la violencia y el abuso. Lamentablemente, ello es también así en nuestro Hemisferio. Las estadísticas de varios estudios1 / revelan lo siguiente:
• En Canadá, el 29 % de las mujeres son víctimas del abuso físico de sus parejas o ex parejas; esta cifra es de 21 % en Nicaragua y de 22 % en Estados Unidos.
• En Perú, un estudio de niñas y jovencitas de 12 a 16 años que daban a luz concluyó que un 90% estaban grávidas como consecuencia de una violación, a menudo incestuosa.
• En el Caribe,2 / un estudio reciente realizado en Barbados muestra que el 30% de las mujeres adultas son víctimas de violencia física. En Belice, el mismo año que se aprobó la Ley de Violencia Doméstica, en un período de seis meses habían llegado 103 casos a la justicia. En San Vicente y las Granadinas, una investigación determinó que el 75% de los responsables de actos de violencia son varones en relación legal.
• En San Pablo, Brasil, un estudio concluyó que el 13% de las muertes de mujeres en edad reproductiva eran homicidios, de los cuales, el 60% había sido cometido por la pareja de las víctimas.3
• En Colombia, la Organización Panamericana de la Salud informa que el 41% de las mujeres han sido víctimas de violencia de su pareja o de otra persona.4
Señoras y señores, las estadísticas pueden ser cuestionadas y servir de base para el debate, pero el problema es claro. La violencia contra la mujer es un flagelo que no se puede tolerar más. Esta violación no ocurre sólo en ciertos países o en zonas aisladas, con características singulares identificables; tengan una educación o no, sean ricas o pobres, vivan en países desarrollados o no desarrollados, en zonas urbanas o rurales, las mujeres con frecuencia enfrentan amenazas violentas contra su bienestar, su subsistencia y su vida.
La magnitud del problema es alarmante y sombría, reflejo de la necesidad de una cooperación regional que permita alcanzar los objetivos de la Convención de Belém do Pará. Señoras y señores: esta es la razón de la reunión de hoy.
Desde que la Convención de Belém do Pará fue aprobada por la Asamblea General de la OEA en 1994, la Organización ha venido actuando con diligencia para eliminar la violencia por razones de género. La Convención es el primero, y sigue siendo el único, instrumento internacional aprobado para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer. El mismo no sólo reconoce que la violencia contra la mujer es una violación de los derechos humanos, sino que también define la violencia en las esferas pública y privada.
Al asumir un papel de primera línea en esta cuestión, la OEA ha demostrado una vez más la posición vital que ocupa y la atención que puede concitar en torno a cuestiones de tanta importancia hemisférica y mundial para imprimir un cambio.
A la fecha, 31 de los 34 Estados Miembros son signatarios de la Convención. Esto es progreso. Sin embargo, quisiera ser testigo de la ratificación de la Convención por todos los Estados Miembros, y formulo para ello una encarecida exhortación. Esta es una cuestión demasiado importante para ser ignorada; va más allá de la política; es, fundamentalmente, una cuestión que hace al papel de la mujer en la sociedad, a los derechos humanos, al respeto por el estado de derecho e inclusive a la democracia.
A cinco años de la entrada en vigor de la Convención, la CIM coordinó un proyecto titulado “Violencia en las Américas: Un análisis regional incluyendo una revisión de la Convención de Belém do Pará”. En este proyecto se examinaban la naturaleza y la eficacia de las reformas de política y legislativas adoptadas por los países de la región para cumplir con los objetivos de la Convención. Desde esa época, y con el apoyo de la Asamblea de Delegadas de la CIM y la Asamblea General de la OEA, la Comisión ha actuado con diligencia, colaborando con expertos de toda la región para estimular una aplicación firme de la Convención y estudiar la manera más efectiva de lograr ese fin. Agradezco a la Secretaría por sus denodados esfuerzos.
Distinguidos expertos, han aceptado una enorme responsabilidad y un honroso deber. Esperamos beneficiarnos con su idoneidad y experiencia. La reunión que hoy inauguramos tiene un temario muy difícil, pero sé que estarán a la altura de las circunstancias. Estoy convencido de que, con nuestro esfuerzo conjunto --de nuestros gobiernos, los organismos multilaterales, la sociedad civil y todos ustedes-- podemos marcar una verdadera diferencia para mejorar la vida de las mujeres de las Américas.
Por último, quisiera reiterar mi compromiso y decirles que pueden contar con el pleno apoyo de la OEA en su tarea. Les deseo éxito en su emprendimiento y espero con interés los resultados de esta reunión.
Muchas gracias.
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