Excelentísimo Señor Felipe Calderón Hinojosa, Presidente de los Estados Unidos Mexicanos,
Excelentísimo Señor Jaime Morales Carazo, Vicepresidente de la República de Nicaragua,
Excelentísima Señora Patricia Espinosa Cantellano, Secretaria de Relaciones Exteriores,
Excelentísimos Señores Ministros y Altas Autoridades de Ciencia y Tecnología de los estados miembros de la Organización de los Estados Americanos,
Dr. Juan Carlos Romero Hicks, Director General del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México,
Dr. Ramón Latorre de la Cruz, ganador del Premio México,
Distinguidos delegados,
Excelentísimos miembros del cuerpo diplomático,
Invitados especiales,
Damas y caballeros,
Es para mí un placer y un honor dirigirme a ustedes hoy en ocasión de la Segunda Reunión de Ministros y Altas Autoridades de Ciencia y Tecnología.
Esta reunión es en sí, de hecho, parte del proceso preparatorio de la próxima Cumbre de las Américas, que se llevará a cabo en abril de 2009 en Puerto España, Trinidad y Tobago. Hay además otros procesos y reuniones subregionales, como la Reunión de Ministros y Altas Autoridades de Ciencia y Tecnología del MERCOSUR o la de los Miembros del Tratado de Cooperación Amazónica, en el hemisferio sur, y la Comisión para el Desarrollo Científico y Tecnológico de Centroamérica y Panamá (CTCAP), por nombrar sólo algunos.
Ante los desafíos que enfrentan hoy en día los estados miembros y la importancia estratégica de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y la innovación en todos los ámbitos del desarrollo, esta Segunda Reunión de Ministros y Altas Autoridades de Ciencia y Tecnología no solamente es oportuna, sino esencial.
Ofrezco también, a nombre de la Organización de los Estados Americanos, del Secretario General José Miguel Insulza y de la Secretaría General, mis sinceras condolencias al pueblo y al Gobierno de México por las pérdidas humanas y materiales provocadas por las recientes inundaciones en los estados del sur del país. Los desastres naturales son más frecuentes en estos días, y su impacto es más intenso. Se trata de un tema que requiere toda la atención de los dirigentes políticos del Hemisferio.
Como primer punto, Señor Presidente, Señora Secretaria, me gustaría expresar mi reconocimiento a ustedes y al profundo compromiso de México con la Organización de los Estados Americanos; su liderazgo queda tan ampliamente de manifiesto al servir como sede de este encuentro ministerial, así como de la recién concluida Primera Reunión de Ministros de Seguridad Pública aquí, en la Ciudad de México. Agradecemos a ustedes este compromiso.
Dr. Ramón Latorre de la Cruz, su invaluable contribución a la ciencia y su activismo en sus áreas de trabajo claramente han sido reconocidos. Por lo tanto, aprovecho la oportunidad para felicitarlo por haber sido galardonado con el prestigioso Premio México en Ciencia y Tecnología.
Mis congratulaciones también al Gobierno de México por haber establecido este premio hace 18 años. En mi opinión, se trata de una iniciativa que haríamos bien en reproducir en todo el Hemisferio, no sólo con el fin de reconocer el excelente trabajo de los científicos, sino también para motivar y promover nuevas líneas de investigación en campos innovadores.
La Organización de los Estados Americanos continúa siendo un pilar vital del sistema interamericano como la principal plataforma política para alcanzar consensos y actuar en concierto en una época en que los estados miembros enfrentan múltiples desafíos en materia de seguridad alimentaria, energía sostenible, desarrollo ambiental sostenible y ahora el impacto en los sectores financiero y económico.
Como todos sabemos, la mayoría de los problemas que enfrentan los estados miembros de la OEA son de naturaleza transfronteriza y multifacéticos, por lo que pueden resolverse solamente a través de un proceso de participación y acción conjunta auténticamente multilateral; es en épocas como ésta cuando el sistema interamericano tiene que fortalecerse y mantenerse unido.
Durante la segunda mitad del siglo XX se alcanzaron más logros científicos y tecnológicos que nunca antes en la historia de la humanidad. Hoy en día, más que nunca, la ciencia y la tecnología se evidencian en todos los ámbitos del quehacer humano, desde los alimentos que consumimos y la ropa que usamos, hasta la energía que empleamos, el aire que respiramos, los servicios de salud que recibimos, las comunicaciones que utilizamos e incluso las formas en que enseñamos y aprendemos. Me queda claro, entonces, que la ciencia, la tecnología y la innovación no deben ser un ejercicio aislado, sino parte integral de la política y los planes de desarrollo estratégico de cualquier país.
No podemos subestimar la importancia crucial de la relación funcional y estratégica entre la ciencia y la tecnología y la generación de prosperidad en nuestras sociedades. La ciencia, la tecnología, la ingeniería y la innovación son vitales para preservar nuestros recursos naturales, que con demasiada frecuencia hemos sobreexplotado. Las actuales crisis alimentaria y energética resaltan la necesidad de apoyar continuamente la investigación y el desarrollo en áreas estratégicas críticas, como las energías renovables y la biotecnología.
Considero necesario hacer frente a la actual brecha tecnológica y a las diferencias en el desarrollo socioeconómico entre los países de este Hemisferio, para lo cual se requerirán un fuerte compromiso político y apoyo presupuestario. Tomando en cuenta la interdependencia creciente en el Hemisferio Occidental y los retos y oportunidades que acarrea consigo esta relación, creo que deberíamos hacer esfuerzos conjuntos para suministrar asistencia financiera y técnica a las economías vulnerables y pequeñas que no cuentan con los recursos o la capacidad institucional que se requieren para hacer frente a algunos de los problemas transfronterizos o para aprovechar adecuadamente las oportunidades existentes, para lo cual a menudo carecen de tecnología.
Es mi opinión que solamente si invertimos estratégicamente podemos esperar mejoras en la calidad de vida y en el desarrollo económico global de la región. Estos instrumentos deben considerarse críticos para el futuro de nuestros pueblos y nuestras naciones.
En comparación con las economías más avanzadas de Europa y Asia, podemos ver claramente que en nuestro Hemisferio las materias primas y los recursos naturales ya no son suficientes para garantizar el progreso económico y la generación de riqueza intelectual. Estos países han invertido estratégicamente en la educación de sus ciudadanos y en promover la investigación y el desarrollo e inversiones cada vez mayores en tecnologías orientadas a la innovación. Ellos han comprendido que la ciencia y la tecnología son cruciales para transformar a las sociedades en ámbitos de paz, estabilidad y prosperidad para todos.
Para lograr estos objetivos estratégicos de que nuestras sociedades y nuestras economías se basen más en el conocimiento y se vuelvan más competitivas en el entorno comercial global, es de importancia crítica forjar alianzas entre los agentes sociales en nuestras sociedades. No puede hacerse responsables exclusivamente a los gobiernos de este enfoque holístico hacia el desarrollo. En este caso se requiere la asociación sólida y la cooperación entre el gobierno, el sector privado y las instituciones educativas y de investigación, entre otros.
Existen muchas historias de éxito de alianzas público-privadas en diversos ámbitos, pero las que más nos tocan son las existentes entre el sector académico y científico y la industria. Nuestros sistemas de innovación y nuestras universidades deben mantenerse en constante comunicación con la industria, tanto para trazar las rutas que deben seguir la investigación y sus aplicaciones como para ayudar a preparar una fuerza de trabajo mejor capacitada que pueda enfrentar los desafíos que le depara el futuro.
En este sentido, el papel de las nuevas empresas establecidas por los egresados de las universidades es crucial para mejorar la estructura de producción existente en las economías emergentes. Las tendencias mundiales en los ámbitos académico y empresarial se han venido orientando a infundir en los egresados universitarios un claro espíritu empresarial. En consecuencia, es una necesidad urgente crear iniciativas que combinen y promuevan con éxito la ingeniería y el emprendimiento para fomentar el desarrollo y el crecimiento. Sin embargo, en comparación con Europa y Asia, la educación básica en matemáticas y ciencias muestra un rezago en nuestro Hemisferio. Deben hacerse esfuerzos para corregir esta situación si deseamos ser capaces de competir eficazmente a nivel internacional.
Más allá de establecer alianzas significativas a nivel nacional, necesitamos también asegurarnos de establecer asociaciones adecuadas a nivel regional, a fin de aprovechar al máximo nuestros recursos financieros y académicos, de tal manera que podamos crear sinergias entre los programas de investigación existentes y mejorar así más eficazmente la coordinación y la consulta. Desafíos como el cambio climático, los desastres naturales, el VIH/SIDA, etc. sólo pueden resolverse a través de este proceso de participación hemisférica.
Me complace observar que este segundo encuentro de ministros de ciencia y tecnología se enfoca en gran medida al papel práctico que pueden desempeñar la ciencia, la tecnología, la ingeniería y la innovación para mejorar la vida de las personas de manera positiva concentrándose en las cuestiones sociales de la inclusión, la pobreza y el hambre, en las condiciones del desarrollo relacionadas con la energía y la biodiversidad, así como en condiciones previas importantes para el progreso social y económico, como el fortalecimiento de la capacidad humana y un medio ambiente seguro.
Como conclusión, les dejo con los siguientes cinco mensajes:
1. Hago un llamado a los líderes políticos del Hemisferio Occidental para que les concedan a la ciencia y a la tecnología su merecido sitio en las políticas de desarrollo estratégico en su país estableciendo sinergias y alianzas estratégicas;
2. Asimismo, a destinar más recursos financieros y humanos a la ciencia, la tecnología y la innovación para facilitar la transformación en una sociedad basada en el conocimiento, capaz de aplicar tecnologías e investigación de punta y volverse eficientes en un entorno global competitivo;
3. Inviertan más en la promoción de la educación en matemáticas y ciencias en las primeras etapas en los programas escolares y ofrecer incentivos para quienes sobresalgan en estas disciplinas;
4. Mejoren la coordinación hemisférica, promuevan las alianzas hemisféricas y aprovechen al máximo sus recursos;
5. La OEA es una plataforma natural para promover la agenda hemisférica en este sentido, y reitero nuestro compromiso de que estamos preparados para desempeñar ese papel.
Les deseo a los distinguidos Ministros y Altas Autoridades de Ciencia y Tecnología que sus deliberaciones sean fructíferas, y espero las propuestas concretas que darán como resultado una vida mejor para los pueblos de las Américas.
Les agradezco su amable atención.