Su Excelencia, Señor Álvaro Colom, Presidente de la República de Guatemala y Señora Sandra Torres de Colom, Primera Dama de la Nación
Su Excelencia, Señor Rafael Espada, Vicepresidente de la República de Guatemala
Su Excelencia, Señor Haroldo Rodas, Canciller de la República de Guatemala
Señor José Roberto Alejos, Presidente del Organismo Legislativo de la República de Guatemala
Señora Alicia Bárcena, Subsecretaria General de las Naciones Unidas
Representantes de Organismos Internacionales y Regionales
Representantes del Cuerpo Diplomático
Excelencias,
Señoras y Señores:
Me siento honrado por estar aquí con ustedes por invitación del Gobierno de Guatemala para compartir las perspectivas y experiencias de la Organización de los Estados Americanos sobre la Reducción de Riesgo a los Desastres.
Permítanme comenzar diciendo que aún tenemos la tarea pendiente de cambiar el Paradigma de los Desastres Naturales; de uno reactivo a uno proactivo. Debemos reconocer que, en un mundo globalizado e interconectado, los desastres trascienden fronteras municipales, estatales e internacionales, haciendo que éste sea un problema de todos los países del hemisferio.
Hace tan sólo pocas semanas atrás, cientos de miles de personas fueron afectadas por desastres, desde aluviones de barro en Colombia, Guatemala y México, a inundaciones y tormentas de viento en Costa Rica y Canadá. Al inicio de este año, heladas en Sudamérica y los Estados Unidos trajeron muerte y enormes pérdidas económicas a ambos países y comunidades de esa región. En nuestra memoria están frescos aún los terremotos de Haití y Chile. En mayo de este año, Guatemala también sufrió esta mezcla de muerte y tragedia humana, a lo que se suman grandes pérdidas económicas y un golpe a su desarrollo debido al paso de la tormenta tropical Agatha y la erupción del volcán Pacaya.
Señoras y señores, ningún rincón de las Américas es inmune a los desastres; y mientras que los pobres siguen siendo los más vulnerables,el desarrollo no sostenible, la rápida y no planificada urbanización, y la degradación ambiental pronto alcanzarán a las naciones, comunidades e individuos más ricos.
Durante los últimos años hemos escuchado que la Reducción de Desastres es central al desarrollo socio-económico de nuestras naciones y el bienestar de nuestra gente, y por lo tanto todos estamos de acuerdo en que es necesario integrar la Reducción de Riesgo a Desastres en las políticas y planes de desarrollo. Esto es verdad, los gobiernos y sociedades de todas las Américas han mostrado un avance significativo hacia este fin. Pero aún necesitamos ir más allá de la integración.
Construimos Riesgo cuando permitimos que se asienten poblaciones en pendientes frágiles, pronunciadas y descubiertas de vegetación, en planicies de inundación o zonas costeras bajas y expuestas, o al pié de volcanes activos. Construimos Riesgo cuando permitimos asentamientos humanos en zonas de actividad sísmica o en el camino de depresiones, tormentas tropicales o huracanes, sin consideraciones de suelos y códigos de construcción.
Lo hacemos también cuando construimos represas, caminos y puentes, y cuando extendemos redes de energía y comunicación sin evaluaciones de impacto ambiental o de riesgo. Finalmente, construimos Riesgo al no atender las causas subyacentes de la pobreza y las desigualdades sociales y económicas, y al no dar a la gente información adecuada y oportuna, educación ni servicios de salud.
Los desarrollos y desafíos relativos a la pobreza, urbanización desequilibrada, mala gobernabilidad, exclusión social, y deterioro de los ecosistemas exacerban la vulnerabilidad de las pequeñas economías y las comunidades más vulnerables a las crisis financieras y económicas externas, haciendo muy difícil para estas economías y comunidades responder efectiva y oportunamente al impacto de desastres naturales.
Es entonces que, con estas consideraciones de fondo, felicito al Gobierno de Guatemala por su iniciativa de “reconstruir con transformación”, como respuesta a los recientes desastres. Guatemala sabe que no puede correr de desastre en desastre; sin embargo desastres como los de Agatha y Pacaya sólo pueden reducirse con una transformación profunda en los procesos de desarrollo.
Guatemala también conoce y ha sentido en carne propia los efectos acumulativos de los desastres. El impacto de los desastres de este año han afectaron a millones de guatemaltecos y arrojaron pérdidas cuantiosas en infraestructura, estimadas por el propio gobierno en cerca de ciento veinticinco (125) millones de dólares americanos. Se suman a los más de dos millones y medio (2.5) de personas afectadas por las sequías del año pasado que causaron más de cien (100) millones de dólares en ayuda para combatir la falta de alimentos.
Tengo el gusto de decir hoy que la Organización de los Estados Americanos está a disposición del Gobierno de Guatemala para apoyar la ejecución de los programas y proyectos que el Gobierno ha diseñado como parte del Plan para la Recuperación, Reconstrucción y Transformación. Dichos programas, sin lugar a dudas, alcanzarán una respuesta positiva de la comunidad internacional de asistencia financiera. Muy particularmente, nuestra Secretaría General puede brindar cooperación técnica en los ejes temáticos 3 y 4 para la Adaptación y Mitigación al Cambio Climático y el Fortalecimiento Institucional.
El Departamento de Desarrollo Sostenible de nuestra Secretaría Ejecutiva para el Desarrollo Integral (SEDI/DDS) trabaja en estas áreas a través de dos secciones especializadas, Manejo de Riesgo y Adaptación al Cambio Climático, RIESGO-MACC, y Energía Sostenible y Mitigación de Cambio Climático.
RIESO-MACC apoya los esfuerzos en Preparación ante Desastres de los Estados Miembros de la OEA en el Istmo Centroamericano, ejecutando el Programa Centroamericano para la Alerta Temprana ante Inundaciones en Pequeñas Cuencas (SVP) y Reducción de la Vulnerabilidad: Desarrollo de una Plataforma Regional, SVP.
A través del ambas plataformas, la Secretaría General de la OEA provee asistencia técnica a la implementación de Sistemas Comunitarios de Alerta Temprana ante Inundaciones, integrando estudios hidrológicos y pronósticos de crecida en los Sistemas operados por las comunidades, como así también atendiendo los problemas de gobernabilidad relativos al flujo de información y decisiones para la alerta temprana.
En ese sentido, SEDI/DDS coopera con la Secretaría Ejecutiva de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres de Guatemala (SE-CONRED) y el Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología (INSIVUMEH) de Guatemala. SEDI/DDS también trabaja en cooperación con la Comisión Cascos Blancos de Argentina, a través del Programa OEA-Cascos Blancos, apoyando los esfuerzos de los Estados Miembros en crear cuerpos de voluntarios para la preparación, prevención y atención de desastres.
Quizás la lección más importante del SVP, desde su inicio en mil novecientos noventa y cinco (1995) es que la sostenibilidad y la implementación exitosa de Sistemas Comunitarios de Alerta Temprana dependerán de la formulación y ejecución de políticas públicas y buena gobernabilidad que aseguren la rendición de cuentas de todos los sectores y niveles de gobierno. Dependerán también de todos los segmentos de la sociedad civil y de una efectiva coordinación. Es importante señalar que el fortalecimiento de los sistemas nacionales de gestión de riesgo, que incorporen a todos los actores relevantes y promuevan reformas legislativas apropiadas, mejorará significativamente la sostenibilidad de los sistemas comunitarios.
Finalmente, estamos comprometidos con la Secretaría de la Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres de la ONU, y organismos intergubernamentales subregionales, CDEMA en la Comunidad del Caribe, CAPRADE en la Comunidad Andina, CEPREDENAC, en el Istmo Centroamericano, y REHU, en Sudamérica, para apoyar la implementación de la Plataforma Regional para la Reducción del Riesgo a Desastres en las Américas.
En mi opinión, es tiempo de que tengamos una conferencia hemisférica sobre el tema de desastres naturales con todos los organismos especializados en este área
Finalizando mi intervención, debo llamar su atención a lo que yo he llamado las tres “Pes” que guían el trabajo de la OEA en el Proceso de Transformación de Haití post terremoto, y que deberían guiar nuestros esfuerzos en apoyo al Plan para la Recuperación, Reconstrucción y Transformación de Guatemala. Estas son Paz, Prosperidad y Personas, Población. Creo firmemente que estas “Pes” están muy ligadas a la Prevención y Preparación para Desastres, teniendo en cuenta que los desastres producen retrocesos en las agendas de desarrollo afectando la inestabilidad social y económica que resulta en violencia doméstica en las comunidades afectadas y sus vecinos, y aún en países vecinos, alterando la Paz del Hemisferio; amenazando y usurpando medios de vida, la Prosperidad; y por sobretodo afectando a los más pobres, las Personas.
Muchas gracias por su atención. Espero con entusiasmo el resultado de esta conferencia.