Presidenta del Consejo Permanente, Embajadora Gillian Bristol
Distinguidos Representantes Permanentes,
Secretario General, señor José Miguel Insulza,
Distinguidos Observadores Permanentes,
Invitados especiales,
Damas y caballeros,
Buenas tardes y bienvenidos a la Casa de las Américas, sede histórica de la Organización de los Estados Americanos. Me complace participar en esta XLIV Cátedra de las Américas, “Perspectivas de la democracia en la región: celebración de los diez años de la Carta Democrática Interamericana”.
Quisiera dar la más cordial bienvenida a nuestro orador, señor Jean Ping, Presidente de la Unión Africana. Quiero también agradecer al señor Vidar Helgesen, Secretario General de IDEA Internacional, por su presencia y sus comentarios. Es indudable que de nuestros distinguidos oradores esperamos no sólo exposiciones que nos ilustren sino que también inviten a la reflexión.
Hoy nos complace también tener en esta sala al señor Neroni Tuolima Slade, Secretario General del Foro de las Islas del Pacífico, la señora Uz Fathimath Dhiyana Saeed, Secretaria General de la Asociación del Asia Meridional para la Cooperación Regional, el señor Hussein Hassouna, Embajador de la Liga de los Estados Árabes en Estados Unidos, y la señora Mely Caballero-Anthony, Directora de Relaciones Externas de la Asociación de Naciones del Asia Sudoriental.
Sucede que estos distinguidos invitados también están aquí en la OEA para asistir al Primer Diálogo Interregional sobre Democracia, un proyecto encabezado por IDEA Internacional que, entre otras cosas, nos permitirá compartir nuestras prácticas y experiencias en el fomento de la democracia, evaluar nuestros logros y los retos que enfrentamos, intercambiar ideas sobre temas de interés común y enriquecer nuestro concepto de los diferentes mandatos, mecanismos y ventajas comparativas de nuestras respectivas organizaciones. Con esta iniciativa se da continuidad al retiro de alto nivel convocado por el Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, hace casi un año y medio, en el que se hizo énfasis en la importancia de la colaboración interregional en virtud de que formamos parte de una comunidad internacional que cada vez está más entrelazada.
La cátedra de hoy forma parte de un programa para conmemorar el décimo aniversario de la Carta Democrática Interamericana, firmada por los Estados Miembros el 11 de septiembre de 2001. Este aniversario nos da la oportunidad para que a lo largo del año podamos debatir sobre el tipo de democracia que queremos para nosotros en las Américas. Una democracia que no sólo debe establecerse de manera formal, sino que debe nutrirse continuamente y grabarse en la mente de la gente. Una democracia que cumpla las promesas de paz y prosperidad en nuestras sociedades.
No cabe duda que la Carta Democrática Interamericana es el documento más importante en la historia moderna de nuestra región. Su elemento más novedoso es quizás su primer artículo en el que se proclama que los pueblos de América tienen derecho a la democracia y sus gobiernos la obligación de promoverla y defenderla.
En el mismo se establece la forma en que se ha de ejercer este derecho y la forma en que se ha de practicar la democracia en el Estado de derecho. Como lo ha dicho el Secretario General, José Miguel Insulza, para que un gobierno pueda llamarse democrático no sólo debe haber sido elegido democráticamente, sino también regir democráticamente. En otras palabras, la democracia va más allá de la actividad electoral o política. La democracia se ve en las instituciones, la separación de los poderes del Estado, la independencia del poder judicial en el combate a la corrupción, el respeto a las minorías, a todos los ciudadanos, el Estado de derecho, las opiniones disidentes y, en general, en la forma de conducirnos todos los días.
En este sentido, la Carta Democrática Interamericana habla de la representación, que es la razón por la que hablamos de democracias representativas, del Estado de derecho y de la existencia de un régimen constitucional como base de la democracia.
Nos señala además los elementos esenciales de la democracia, que incluyen no sólo elecciones sino el respeto por los derechos humanos, el acceso al poder y su ejercicio conforme al Estado de derecho, el pluralismo en los partidos y organizaciones políticas y la separación de los poderes del gobierno.
La Carta Democrática Interamericana es por tanto algo más que una simple receta o una lista de ingredientes. Es un programa político para una república democrática, en la que la democracia y los sucesos económicos y sociales son interdependientes y se refuerzan unos a otros. Es un documento cuyo objetivo principal es el fortalecimiento de las instituciones y los valores democráticos.
Como era de esperarse, nuestros esfuerzos en la región para consolidar la democracia como la forma imperante de gobierno han dado fruto. Nuestra región goza de un período de crecimiento democrático sin precedentes pese a algunos factores que afectan su consolidación. Hoy tenemos no sólo más sino mejores democracias que hace dos o tres décadas.
Desde nuestra perspectiva, los mayores adelantos se observan en el origen de la democracia y no en su ejercicio cotidiano. En el último año y medio, por ejemplo, hubo elecciones presidenciales en países tales como Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Honduras y Uruguay.
Al igual que otros procesos electorales llevados a cabo en la región, las elecciones presidenciales estuvieron en gran medida libres de fraude y se han respetado los resultados de las mismas, lo cual es una señal de madurez de la democracia.
Sin embargo, a lo largo del camino hay y seguirá habiendo amenazas y retos —como la delincuencia organizada y la concentración excesiva del poder— por lo que siempre debemos permanecer vigilantes.
Nuestra región es más democrática que hace veinticinco años y no debemos escatimar esfuerzos para conservar lo logrado. Debemos seguir avanzando. Es obvio que nuestros Estados Miembros deben tener la capacidad de contar con instituciones democráticas sólidas fundamentadas en una verdadera y transparente separación de poderes.
Al igual que las jóvenes democracias de las Américas, la Carta Democrática Interamericana es una obra inconclusa, que se va formando con la experiencia y el análisis. Algunas de las regiones representadas aquí este día ya han elaborado sus propias cartas democráticas; otras han concentrado sus esfuerzos en el mejoramiento de la calidad de vida de sus pueblos mediante un mayor desarrollo económico. Y otras están justamente encarando ahora las demandas democráticas de sus ciudadanos. Nuestras regiones tienen diferentes sistemas políticos y diversos grados de participación de los partidos políticos y de los actores sociales. No obstante, la paz es nuestro común denominador y es nuestro deseo mejorar nuestra cooperación y aprender unos de otros.
Teniendo estas ideas en mente, cedo ahora la palabra a la Embajadora Gillian M.S. Bristol, Representante Permanente de Grenada ante la OEA y Presidenta del Consejo Permanente, para que presente a nuestro orador principal.
Muchas gracias por su atención.