Excelentísimo señor Humberto De La Calle
Presidente, Consejo Permanente
Oficina del Presidente
Organización de los Estados Americanos
17th Street and Constitution Avenue, NW
Washington, DC 20006
DISCURSO DEL EMBAJADOR ODEEN ISHMAEL DE GUYANA
ANTE EL CONSEJO PERMANENTE DE LA OEA DURANTE LAS DISCUSIONESSOBRE LA CARTA DEMOCRÁTICA
INTERAMERICANA
Washington, D.C., 20 de junio de 2001
Señor Presidente, Embajadores, Secretario General, Secretario General
Adjunto, Miembros de las Delegaciones, Damas y Caballeros.
El Consejo Permanente de la Organización de los Estados Americanos ha
recibido el mandato de examinar el proyecto de la Carta Democrática Interamericana.
Mi gobierno respalda los principios que se establecen en el proyecto.
Creemos que esta carta es un acontecimiento importante en el desarrollo histórico de la
OEA. Originalmente, cuando la OEA se creó, su objetivo no era la defensa y la promoción
de la democracia, sino que más bien estaba relacionado con las extensas áreas de la
cooperación regional. La idea de la democracia era simplemente un homenaje verbal ya que
en aquellos días muchos regímenes no estaban basados en ese principio.
Generalmente se da por supuesto que la idea de la cooperación regional
que constituye la base de la OEA emanó de una historia de cooperación regional que se
remonta al siglo XIX. Pero, en realidad, incluso antes de ese período, mucho antes de la
llegada de la conquista europea, los pueblos de las diferentes naciones del Hemisferio
coexistieron, implementaron sistemas y modelos de gobierno y llevaron a cabo transacciones
comerciales lucrativas entre áreas que abarcan desde lo que es hoy el sur de los Estados
Unidos hasta tan lejos como Bolivia en América del Sur, incluyendo las islas del Caribe.
En algunas áreas se desarrollaron civilizaciones avanzadas con formas de cultura
avanzadas, y los niveles que alcanzaron asombran a algunas de las mentes más avanzadas
incluso hoy en día. La historia revela ahora que en el período previo a la llegada de
los europeos, las naciones amerindias estuvieron en contacto y se comunicaban unas con
otras, mandando emisarios para negociar acuerdos políticos, militares y comerciales.
Cuán avanzada era esta cooperación hemisférica durante ese período es algo que los
historiadores deberán analizar. Pero como bien sabemos, la llegada de los conquistadores
militares y seudo-religiosos del siglo XVI cambió la faz de las Américas e introdujo
nuevos conceptos de gobierno y cultura.
Durante doscientos años, se formaron naciones integradas por
generaciones de inmigrantes de origen europeo y, a principios del siglo XIX, muchas
naciones en la masa continental, y también la Republica Negra de Haití en el Caribe, ya
habían iniciado el camino hacia la autodeterminación.
Entonces, en 1986, el libertador Simón Bolívar convocó al Congreso
de Panamá con la idea de crear una asociación de estados en el Hemisferio. Pasaron
cincuenta años antes de que las Repúblicas Independientes en 1888 celebraran la Primera
Conferencia Internacional de los Estados Americanos en Washington, D.C., y establecieran
la Unión Internacional de Republicas Americanas y su secretaría, la Oficina Comercial de
las Republicas Americanas. Esta organización se convirtió en la Unión Panamericana en
1910.
Durante el periodo comprendido entre 1910 y 1945, se celebraron muchas
conferencias relacionadas con asuntos tales como el comercio, la agresión externa y la
cooperación.
Creo que la OEA, tal y como la conocemos, empezó en 1947 con el
Tratado de Río, el cual estableció un tratado de defensa mutua aplicable a los Estados
Americanos.
En abril de 1948, en la Novena Conferencia Internacional Americana,
organizada por la Unión Panamericana, los representantes de 21 países del Hemisferio se
reunieron en Bogotá, Colombia, para adoptar la Carta, la cual sirve de fundamento de la
Organización de los Estados Americanos (OEA). Esto sucedió el 30 de abril de 1948 y con
ello afirmaron su compromiso con metas comunes y el respeto por la soberanía de cada
nación. Firmaron la Carta de la OEA y la Declaración Americana de los Derechos y Deberes
del Hombre, la primera expresión internacional de los principios de los derechos humanos.
La Carta, firmada en 1948, definía el propósito de la OEA de la
siguiente forma: "Promover y consolidar la democracia representativa dentro del
respeto al principio de no intervención; prevenir las posibles causas de dificultades y
asegurar la solución pacífica de controversias que surjan entre los Estados Miembros;
organizar la acción solidaria de éstos en caso de agresión; procurar la solución de
los problemas políticos, jurídicos y económicos que se susciten entre ellos; promover,
por medio de la acción cooperativa, su desarrollo económico, social y cultural;
erradicar la pobreza crítica, que constituye un obstáculo al pleno desarrollo
democrático de los pueblos del Hemisferio, y alcanzar una efectiva limitación de
armamentos convencionales que permita dedicar el mayor número de recursos al desarrollo
económico y social de los Estados miembros".
A partir de la década de los 70, la OEA empezó a expandir su número
de miembros y ahora incluye a Canadá y a las naciones independientes del Caribe. Desde
entonces, la Carta de la OEA ha sido modificada en varias ocasiones.
Mirando hacia el pasado, no es nada nuevo que el motivo principal para
el establecimiento oficial de la OEA, justo después del fin de la Segunda Guerra Mundial,
era actuar como un disuasivo ante la amenaza que se percibía con la expansión del
comunismo en el Hemisferio occidental. Alrededor del mismo tiempo, se establecieron la
Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y la Organización del Tratado de
Asia Sureste (SEATO) con el principal objetivo de contener el comunismo.
Como tal, la OEA no fue establecida para promover la democracia, puesto
que muchos regímenes militares que eran considerados luchadores contra el comunismo
fueron consentidos y se les dijo que estaban realizando una buena labor, a pesar de que en
muchos casos los ciudadanos de sus países sufrían de la represión y la pobreza.
A pesar de las trabas y dificultades que creó la Guerra Fría, la OEA
logró avances importantes en la promoción de la democracia. En 1959, creo la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, la cual actualmente proporciona un recurso a los
ciudadanos que han sufrido violaciones de los derechos humanos. Diez años más tarde
observamos la firma de la Convención Americana de Derechos Humanos, y en 1978, se
estableció la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
En 1961, Punta del Este lanzó la Alianza para el Progreso, un programa
ambicioso de reformas diseñado para fortalecer la democracia y lograr el progreso
económico y una mayor justicia social en el Hemisferio.
Cuando introdujo su Alianza para el Progreso el 13 de marzo de 1961, el
Presidente Kennedy prometió: "Aquellos que tienen riqueza y poder en las naciones
pobres deben aceptar sus propias responsabilidades. Deben encabezar la lucha a favor de
reformas básicas que por sí solas pueden conservar el tejido de sus propias sociedades.
Aquellos que hacen que la revolución pacífica sea imposible harán que la revolución
violenta sea inevitable".
Sin embargo, esas reformas no fueron llevadas a cabo por la oligarquía
latinoamericana la cual incluía al ejército, la clase alta de la iglesia y los
latifundistas y esto produjo consecuencias trágicas para los ciudadanos.
La tendencia anticomunista que se percibía de la OEA fue de primordial
importancia durante los años 50 y 60. Por supuesto que hay quien argumenta que ser
anticomunista era como ser prodemocrático. En el contexto de este Hemisferio, esto es
debatible. La suspensión de Cuba en enero de 1962, apoyada por 14 de los 21 miembros,
ocurrió no porque era "antidemocrática". Si la falta de democracia hubiese
sido causa de suspensión de un miembro, entonces durante ese período, la OEA hubiese
carecido desesperadamente de miembros. La medida de expulsión indicaba que "la
adherencia ... al marxismo-leninismo es incompatible con el sistema interamericano".
Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador y México se abstuvieron sobre la base de que
la medida violaba el principio de no intervención en los asuntos internos de otro Estado
miembro, parte de la Carta de la OEA.
Además, la OEA no respaldó la invasión de la República Dominicana
en 1963 debido a que ese acto tenía por objeto proteger la democracia. La democracia, en
realidad, ya había sido derrocada con anterioridad. Y en 1964, respecto a mi propio
país, el cual todavía era una colonia inglesa, la OEA no gimoteó cuando las
organizaciones internacionales anticomunistas se aliaron con la oposición para
desestabilizar al Gobierno libre y democráticamente elegido de ese período. Se trataba
de un gobierno que estaba llevando a cabo reformas democráticas para reducir la pobreza y
mejorar los medios de vida de las masas. En aquellos días, eso era suficiente para poner
la etiqueta de comunista a los líderes que luchaban contra el colonialismo, y aquellos
que controlaban el destino del Hemisferio no podían permitir que continuaran en el poder,
aunque hubieran ganado las elecciones de forma libre e imparcial.
En la medida que la amenaza comunista menguó en los años 80 y la
Guerra Fría cayó, la OEA empezó rápidamente a reafirmarse a sí misma como la
defensora de la promoción de la democracia. Estaba claro que la OEA estaba pasando por un
período de evolución, desde su formación hasta mediados de los años 80. Para entonces,
se había liberado de las trabas de la Guerra Fría y, sin duda alguna, la llegada de los
países del Caribe de habla inglesa le ayudó en ese proceso. Las naciones de la CARICOM
tienen una larga tradición en la democracia representativa y el respeto y protección de
los derechos humanos, y las ideas frescas que llevaron con ellas al foro de la OEA
alentaron a este organismo hemisférico a ajustar su perspectiva. Los asuntos relacionados
con la democracia en el Hemisferio adquirieron más importancia, y los programas para
alentar el desarrollo democrático, tales como los programas de promoción y apoyo para el
alivio de la pobreza y la lucha contra la delincuencia, fueron adquiriendo importancia en
el transcurso de los años.
Una de las iniciativas más importantes tuvo lugar en 1991 con la
adopción de la Resolución 1080, la cual estableció procedimientos para reaccionar ante
las amenazas contra la democracia en el Hemisferio. Un factor clave para ayudar a manejar
crisis, la Resolución 1080 ha sido invocada en cuatro ocasiones: en Haití (1991), Perú
(1992), Guatemala (1993) y Paraguay (1996). De vez en cuando, la OEA también ha aplicado
la diplomacia preventiva para promover la democracia, tal y como se ha podido observar
más recientemente, por ejemplo, en Perú. Además, la observación electoral de la OEA en
muchos de nuestros países ha ayudado a consolidar la democracia y promover la confianza
de nuestros ciudadanos en el proceso electoral.
De esta manera, en los años 90, observamos la evolución más rápida
en realidad, una revolución en la transformación política de la OEA. En
1997, la ratificación del Protocolo de Washington ayudó a reforzar la democracia
representativa otorgando a la OEA el derecho a suspender a un Estado miembro cuyo gobierno
elegido democráticamente fuera derrocado por la fuerza. Anteriormente, la Organización
había establecido la Convención contra la Corrupción, el primer acuerdo internacional
de este tipo.
Las sucesivas Cumbres de las Américas agregaron responsabilidades a la
OEA y reafirmaron su papel en el fortalecimiento de los valores e instituciones
democráticos, y establecieron una nueva gama de funciones y prioridades.
Y de esta manera, la OEA ha vuelto al punto de partida y ahora, con una
clara conciencia colectiva, puede vivir de acuerdo con los ideales establecidos en la
Carta, tal y como mencioné anteriormente.
Hemos recorrido juntos el camino de la historia, destacando algunos
aspectos para que ustedes pudieran apreciar evolución de la OEA en el ámbito de la
promoción de la democracia. El borrador actual de la Carta Democrática que estamos
examinando también subraya la democracia representativa, igual que la Carta de la OEA.
Consideramos que los pueblos de este Hemisferio están dispuestos a
luchar por la democracia, la cual ha avanzado de forma progresiva. Si bien la democracia
representativa por medio de elecciones libres e imparciales es loable, dicha democracia no
debe permanecer estática. Recuerden, este es un concepto que ya existía cuando se
adoptó la Carta de la OEA. Es fundamental que avance para que sea más completa no
sólo representativa sino también consultiva y participativa. Con la democracia
participativa, desarrollamos el potencial de la gente a nivel de las bases. Esto es una
democracia que garantiza, además de derechos civiles y políticos, derechos sociales y
culturales.
El fundador del movimiento independentista en Guyana, el extinto Dr.
Cheddi Jagan, resumió estas cualidades de la democracia cuando se digirió a la Cumbre de
Desarrollo Sostenible en Santa Cruz, Bolivia, el 7 de diciembre de 1996. Sus palabras
fueron: "La democracia debe tener como su objetivo la vida, la libertad y la
búsqueda de la felicidad. Esto estará garantizado cuando sea global, no sólo
representativa (votación de cinco minutos) sino también consultiva y participativa,
particularmente para las mujeres, y cuando se reconozcan no sólo los derechos civiles y
políticos sino también los económicos, sociales y culturales. Una persona debe ejercer
su derecho a votar, pero ese derecho podrá ejercerse solamente si los alimentos
necesarios para sobrevivir están disponibles".
En todo caso, apoyamos totalmente el principio de democracia como se
expresa en la Carta Democrática, a pesar de las limitaciones que consideramos que tiene.
También apoyamos los otros principios y medidas que se expresan en el borrador.
El establecimiento de la Carta Democrática Interamericana representa
un paso hacia adelante histórico de los Gobiernos de este Hemisferio. Como sabemos, es un
mandato encomendado a la OEA por los Jefes de Estado y de Gobierno, y sus fundamentos
básicos fueron firmemente establecidos en la "cláusula democrática" de la
Declaración de Québec. Por lo tanto, el producto final, que también tendrá en
consideración los puntos de vista del público general, recibirá sin lugar a dudas la
aprobación de todo el Hemisferio.