Discursos y otros documentos del Secretario General

“MANIFIESTO CONTRA LA POBREZA EN LAS AMÉRICAS”

22 de agosto de 2024 - Washington, DC

Gracias, señor Presidente.

Es un honor para la Secretaría General presentar nuevamente este documento, conjuntamente con las delegaciones de Antigua y Barbuda y Colombia. Además, me siento muy satisfecho y honrado por las palabras y presentaciones ya formuladas por quienes me antecedieron en el uso de la palabra en este tema. La lucha contra la pobreza y la desigualdad no es una cuestión ideológica, sino una cuestión de principios que forman la esencia de los valores fundamentales que deben regir la convivencia humana.

La lucha contra la pobreza siempre enfrentará obstáculos relacionados con la oportunidad, la conveniencia, el interés, y las estructuras políticas, económicas, y sociales. Estos obstáculos se reproducen constantemente entre nosotros. Debemos superarlos juntos, fortaleciendo los eslabones más débiles de la cadena social, ya que una cadena se rompe siempre por el eslabón más débil. Las sociedades son redes de interacción entre personas, y si existe pobreza y desigualdad, es porque nosotros estamos en deuda, porque no hemos cumplido bien nuestro trabajo. La pobreza debilita a las personas, las vuelve vulnerables y expuestas a ser oprimidas por otros, por mecanismos sociales, o por la inercia que sostiene intereses privilegiados. La pobreza y la desigualdad fragmentan el tejido social y transforman nuestras sociedades en lo que no deben ser.

Sus efectos colaterales, como la inseguridad y la migración, generan una larga lista de problemas que enfrentamos hoy en día. Es necesaria más democracia y una mayor democratización para salir de estos círculos viciosos. Convivir con la pobreza significa convivir con sociedades rotas y fragmentadas.

Vivimos en la región más desigual y una de las más pobres del mundo, pero esta no debe ser nuestra identidad. Somos una región de paz, y esta es nuestra señal de identidad que debemos consolidar día a día, con más derechos para más personas, ya que esa es la base de la paz: el acceso equitativo a todos los derechos.

Las personas en situación de pobreza deben avergonzarnos como sociedades e instituciones, y nos interpelan sobre nuestras aspiraciones y principios. No hay soluciones mágicas, sencillas, o inmediatas en la lucha contra la pobreza, pero necesitamos soluciones y empezar a trabajar en ellas. Esta lucha implica políticas y trabajo orientados a combatir la pobreza y sus causas. Hemos visto innumerables discursos brillantes para eliminar la pobreza, pero que quedan solo en palabras, sin políticas ni acciones concretas para lograrlo, lo que permite que la pobreza siga reproduciéndose bajo el paraguas del discurso.

Las soluciones deben basarse en el conocimiento del problema y en una guía de principios éticos que postulen una identidad compartida. Por ello, apelamos a dejar de lado las discusiones ideológicas dicotómicas y construir objetivos superordinados que nos unan en la lucha contra la pobreza. Este manifiesto surge como una propuesta para caracterizar el problema y como una referencia ética para enfrentarlo unidos, abierto a todos, para que todos puedan contribuir. El manifiesto contra la pobreza caracteriza el problema como multidimensional, complejo, y localizado. Cada política pública debe apuntar a la reducción de la pobreza y a cortar los circuitos que la reproducen, ya sean políticas de salud, vivienda, educación, estímulo a la producción, comercio exterior, seguridad, o macroeconómicas.

Esto no es ideología. Hemos visto países con alternancia de gobiernos de izquierda, derecha, y centro que logran condiciones de desarrollo e igualdad mediante el diseño, implementación, y ejecución de políticas públicas apropiadas. También hemos visto la misma alternancia, pero con políticas mal diseñadas y ejecutadas, que reproducen la desigualdad y la pobreza. Sin alternancia, la situación es aún peor, con falta de libertades y derechos, siempre habrá oprimidos y opresores, y nunca se alcanzarán condiciones de igualdad y equidad. A veces, la ausencia de acceso a derechos sociales, económicos, y libertades es impuesta por un gobierno autoritario, y a veces es producto de inercias sociales, políticas, y económicas.

Debemos enfrentar ambos. Hay costos en los países que deben ser eliminados, empezando por la corrupción. Enfrentar la pobreza es un desafío multidimensional, por lo que las soluciones deben abordar múltiples dimensiones: ingreso, condiciones de vida, acceso a la educación, empleo, salud, y servicios públicos, garantizando el acceso a todos los derechos humanos. Proponemos que los gobiernos trabajen en una canasta universal de bienes y servicios que contemple estas múltiples dimensiones. Es necesario reconocer las interacciones de las personas en situación de pobreza en sus entornos cercanos, especialmente con los mercados ilícitos e informales, que generan procesos de socialización que tienden a reproducir la pobreza.

Estos círculos viciosos pueden transformarse en virtuosos si la población en situación de pobreza adquiere y desarrolla capacidades y reduce sus vulnerabilidades. Se necesitan normas e instituciones inclusivas que reconozcan la especificidad del territorio y que incluyan a las personas en situación de pobreza en el diseño de políticas que respondan a sus necesidades. Este documento fue presentado hace más de un año y medio, y esperaba que en ese entonces hubieran surgido más iniciativas. Espero que ahora lo hagan suyo, no solo para avanzar, sino para ser propositivos y llevar este tema adelante.

Nosotros hemos seguido trabajando en este tiempo y hemos recibido aportes de instituciones como la CAF, CELAM y Jeffrey Sachs, entre otros. Es imposible hablar de este documento sin mencionar a Óscar Gamboa, quien ha sido un gran impulsor del mismo.

Agradecemos y valoramos la sugerencia de Antigua y Barbuda, y esperamos que el señor Presidente del Consejo Permanente asuma la responsabilidad de crear un Grupo de Trabajo al respecto.
Termino haciendo mías las palabras del manifiesto, comprometiéndonos a diseñarlo integralmente y a hacerlo nuestro, con la dignidad como bande
ra, para más derechos para más personas.

Gracias, señor Presidente.