Discursos y otros documentos del Secretario General

TOMA DE POSESIÓN DEL SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACIÓN DE LOS ESTADOS AMERICANOS

30 de junio de 2025 - Washington, DC

“Hacia una nueva era de unidad para los pueblos, la paz y la prosperidad”

Good morning, goedemorgen, en dank u wel, Distinguido Presidente del Consejo Permanente
Secretario General Adjunto, señor Mendez Representantes Permanentes,
Observadores Permanentes,
Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo,
Otros jefes y representantes de instituciones del sistema interamericano,
Jefes y representantes de organizaciones internacionales y regionales,
Miembros del personal de la OEA,
Mi familia aquí presente y todos aquellos que siguen esta ceremonia vía internet, Mis queridos amigos y colegas, bienvenidos y gracias por estar aquí,
Con su permiso, deseo reconocer entre ustedes al distinguido y experto diplomático de Estados Unidos, Embajador Luigi Einaudi, colega y amigo, y a nuestra gran amiga Ana O'Brien, durante muchos años Jefa de Protocolo de este prestigioso organismo. Me siento realmente honrado con su presencia.
Amigos en las Américas y el Caribe,
Damas y caballeros,

Asumo hoy el cargo de Secretario General de la Organización de los Estados Americanos con profunda humildad y firme determinación. Creo en la promesa de la Organización y en el poder y potencial de alcance de nuestro objetivo común. Y sí, dadas las circunstancias actuales en el mundo y en nuestra propia región, puede ser necesario que debamos replantearnos y reflexionar sobre el propósito original y el contexto histórico de los nobles ideales que representa este organismo regional, el más antiguo del mundo. Este replanteo nos inspirará para volver a lo que esta Organización fue en sus orígenes.

En primer lugar, quisiera expresar mi sincero agradecimiento a mi predecesor, Luis Almagro, cuyo compromiso con la paz, la democracia y los derechos humanos es digno de admiración. Damos las gracias al Secretario General Almagro por su contribución a la OEA y por su liderazgo para crear un Hemisferio mejor.

También aprovecho esta oportunidad para dar la bienvenida a nuestra querida colega de Colombia, que se encuentra presente en línea, la Embajadora Laura Gil, la primera mujer que ocupará próximamente el cargo de Secretaria General Adjunta de este ilustre organismo. Espero con interés trabajar con la Embajadora Gil y contar con su contribución y activa participación para alcanzar los objetivos que se han fijado para que la OEA sea más eficaz y eficiente.

Amigos, los países de las Américas son un mosaico de vibrante diversidad e historia: desde las modernas ciudades de América del Norte, impulsadas por la alta tecnología hasta la majestuosidad natural de los Andes y el Amazonas en América del Sur, pasando por las costas de cristal y la vitalidad cultural del Caribe, hasta las profundas raíces de antiguas civilizaciones en Centroamérica. Esa es la diversidad que caracteriza a nuestro Hemisferio; no debemos olvidarlo nunca.

La fuerza y el espíritu de nuestro hemisferio residen en nuestra gente, geografía y tradiciones. Estoy honrado por la confianza que todos los Estados Miembros han depositado en mí. Acepto esta responsabilidad con una visión clara de un futuro próspero y unido que podemos construir juntos. Gracias por permitirme servir a los pueblos de las Américas.

Señor Presidente, señoras y señores, permítanme dedicar un momento para rendir homenaje a nuestra propia Organización. La Organización de los Estados Americanos no es solo una institución o un sistema de órganos especializados muy valiosos. En mi opinión, es el latido de la paz, la cooperación regional y la unidad en el Hemisferio Occidental. En un mundo lleno de división y discordia, la OEA encarna el espíritu de colaboración basado en valores morales de respeto, igualdad y oportunidad. La OEA reúne a los Gobiernos, la sociedad civil, el sector privado y otras organizaciones pertinentes de diversos ámbitos para entablar un diálogo valioso.

Muchos han afirmado en repetidas ocasiones que, si la OEA no existiera hoy, tendríamos que crearla lo antes posible, pues su propia esencia reside en su capacidad para transformar los retos en oportunidades para la cooperación y mejora de la vida en nuestra región. La OEA es la prueba de que unidos, somos más fuertes. En los tiempos difíciles que atravesamos, la OEA se sitúa como un rayo de esperanza, demostrando que, a través del diálogo respetuoso y la cooperación, podemos navegar por las complejidades de nuestro tiempo. Crear un horizonte luminoso es responsabilidad de todos y cada uno de nosotros.

Hoy nos encontramos en una encrucijada histórica. Nos enfrentamos a retos sin precedentes, pero también a oportunidades extraordinarias para remodelar nuestro Hemisferio con valentía, cooperación y convicción. En mis décadas de trabajo en las Américas y como Secretario General Adjunto de esta Organización, he visto lo mejor de nuestra región: un pueblo resiliente que lucha por sus derechos, construye comunidades más fuertes, crea prosperidad a través de la iniciativa y el espíritu empresarial y promueve los ideales democráticos.

Pero también he visto la dura realidad: la democracia amenazada, los parlamentos y los procesos electorales sujetos a presión, el aumento de la violencia y la inseguridad, la desigualdad y la discriminación, y la creciente amenaza de la delincuencia organizada y el cambio medioambiental, como la elevación del nivel del mar, especialmente para los Estados pequeños y vulnerables. La OEA debe mostrarse a la altura de las necesidades del Hemisferio. No podemos ser pasivos. Debemos ser audaces, pertinentes y eficaces.

La democracia, los derechos humanos, la seguridad y el desarrollo no son solo nuestros pilares de trabajo: son los latidos del corazón de nuestro Hemisferio. Esta Organización debe ser importante para los pueblos de la región. Los pueblos de las Américas y el Caribe deben estar informados de todo el bien que hacen nuestros competentes funcionarios.

Los retos a los que nos enfrentamos exigen algo más que palabras: exigen cooperación, exigen valentía, exigen acción y para ello cuento con la cooperación de los Estados Miembros.

Presidente, señoras y señores, los últimos sesenta días han sido muy activos. Desde que el 10 de marzo me otorgaron su voto de confianza para convertirme en el próximo Secretario General, mi prioridad ha sido escuchar activamente, el diálogo reflexivo y la planificación colaborativa con un amplio espectro de partes interesadas.

Durante este período de transición se celebraron cerca de 150 reuniones con representantes permanentes, líderes de los órganos políticos y administrativos de la OEA, miembros del personal de todas las Secretarías, funcionarios de Gobiernos nacionales, expertos, líderes de la sociedad civil y representantes del sector privado y de los medios de comunicación.

Este periodo de transición fue dinámico y esclarecedor. Recibí información detallada sobre la situación financiera de la Organización, las prioridades programáticas y los retos críticos a los que nos enfrentamos. Y lo que es más importante, he escuchado directamente a quienes viven y trabajan en esta institución.

Estas conversaciones no solo fueron parte de un proceso, sino que fueron fundamentales para trazar un nuevo rumbo. Permitieron afinar mis conocimientos, fundamentar mi estrategia y reafirmar mi compromiso de dar forma a una OEA más ágil, eficiente, receptiva y de alto impacto.

Agradezco a todos los que han compartido su tiempo, sus puntos de vista y su experiencia durante esta transición, y espero que sigamos dialogando durante mi mandato. Nos aseguraremos de escuchar lo que ocurre en el pleno.

Nuestra brújula debe permanecer fija en la unidad, la paz y la oportunidad. En mi primer año en el cargo, me centraré en cuatro áreas clave para fortalecer a la OEA y avanzar en nuestra misión en todo el Hemisferio:

(1) una organización interna mucho más fuerte, robusta y armonizada, que incluya estructuras de comunicación que creen sinergias, un organigrama modificado y una asignación presupuestaria revisada. Todas las propuestas requieren un estrecho compromiso con los Estados Miembros.
(2) un programa estratégico de divulgación mediática más activo e impactante, con funciones y responsabilidades más allá del Secretario General y el Secretario General Adjunto, así como acciones en los países y con el público destinatario;
(3) un enfoque de relaciones exteriores mejor adaptado y ampliado, que incluya una estrategia actualizada de movilización de recursos y una gestión financiera y de procesos más eficiente de los programas y proyectos, y
(4) un enfoque orientado a la acción en relación con las necesidades inmediatas y los acontecimientos políticos, como Haití y el seguimiento de la evolución de la situación en Venezuela, así como en otros países en los que se celebrarán elecciones próximamente y en los que la OEA puede aportar una importante contribución.

En cuanto a la primera área clave: creo que para servir a los pueblos del Hemisferio debemos ser una Organización fuerte, robusta, armonizada y unida en su interior. Para ello, ya hemos iniciado una estrategia interna amplia para desmantelar silos, fomentar la colaboración, mejorar la comunicación y racionalizar las operaciones para mejorar la eficacia y la eficiencia generales. Este próximo lunes, y posteriormente el primer lunes de cada mes, se celebrará una reunión de gabinete. “El Secretario General presenta a su personal y a su Gabinete”; se solicitará a los secretarios y jefes de departamento que convoquen reuniones periódicas de planificación. Estos son solo algunos ejemplos de los muchos nuevos compromisos regulares que se pondrán en marcha, destinados a racionalizar y armonizar nuestros programas y procesos.

Al trabajar con los distintos departamentos se puso de manifiesto que muchas de las preocupaciones planteadas eran temas recurrentes. Abordaremos esas preocupaciones, procesos o prácticas generalizadas. Todos queremos un equipo productivo y útil, por lo que nuestra prioridad colectiva debe ser facilitar la satisfacción laboral, la comunicación interna, las funciones y responsabilidades, las perspectivas profesionales y el crecimiento de nuestro personal.

La duplicación de esfuerzos o la superposición de ciertas áreas es el resultado de los silos que se formaron con el tiempo. Debemos crear sinergias entre las secretarías. Para facilitar este proceso pondremos en marcha grupos de trabajo interdepartamentales en cuatro áreas que son importantes y están en consonancia con las metas y objetivos de la Organización: sector privado, juventud, impacto de los cambios ambientales y Haití. Es posible que en el futuro se determinen otras áreas.

Distinguidos Representantes Permanentes, el personal de la Secretaría General es uno de los activos más importantes de la OEA. Sin ellos no llegamos a ningún lado. La verdad es que la falta de capital humano y financiero permanente, los procesos complejos, están afectando la moral dentro de la Organización.

Espero la cooperación de los Estados Miembros para abordar debidamente esta situación. Y sí, damas y caballeros, estoy consciente de que también tenemos que procurar que la representación geográfica dentro de la Organización sea más equitativa.

Creo en el poder de la colaboración en persona, y estudiaremos formas de reunir físicamente a más miembros de nuestro personal para fomentar el trabajo en equipo y un renovado sentido de unidad y camaradería. “Ayer asistí al asado/parrillada anual que organiza la Asociación del Personal. Una gran oportunidad para conocer, saludar y escuchar a los colegas - Ahí es donde realmente aprendí que todos somos miembros de forma natural”. Esta labor no solamente tiene que ver con los procesos, sino también con la moral, la motivación y los objetivos comunes. Se trata de apreciarnos como seres humanos, de interactuar unos con otros, de aprender las culturas y tradiciones de los demás.

Para transformar a la OEA en una organización fuerte, efectiva y eficiente, hemos acordado presentar un proceso de reorganización a finales de julio. Esto alineará nuestra estructura con las prioridades estratégicas y sentará las bases para una contar con una organización más ágil y orientada a resultados.

Estamos desarrollando un organigrama claro, coherente y efectivo basado en las funciones críticas de la OEA. Esto toma en cuenta las recomendaciones del informe de evaluación externa y las opiniones de los Estados Miembros. Hemos identificado áreas para mejorar la eficiencia y efectividad.

Vamos a reflejar estas mejoras en la nueva estrategia de comunicación interna y en el organigrama. La prioridad de estos dos aspectos será optimizar la organización y aumentar su efectividad. Para lograrlo, será necesario contar con un funcionario de alto nivel dentro de mi oficina que lidere la gestión del cambio requerida.

Necesitaremos una unidad de gestión del cambio, que se añadirá a la Oficina del Secretario General, para aplicar los cambios que necesitamos para que la Organización sea más eficiente y eficaz.

Con esta nueva estructura organizativa, la asignación presupuestaria se realizará de manera más funcional y de acuerdo con las prioridades de la OEA y los objetivos de los Estados Miembros. El presupuesto deberá reflejar nuestras realidades en términos de contribuciones de los Estados Miembros, Observadores Permanentes y otros donantes.

Los resultados de este proceso guiarán nuestra propuesta de presupuesto para 2026, la cual presentaremos en octubre. La misma se enfocará en sostenibilidad, rendimiento e impacto. En el centro de estos cambios está el compromiso de asegurar que la OEA esté equipada, tanto en estructura, financiación como en espíritu.

La evaluación externa de la OEA dejó claro que la sostenibilidad financiera no es un tema periférico. La financiación adecuada es esencial para la efectividad y relevancia a largo plazo de la Organización. Sin una base financiera estable, sostenible y diversa, nuestra Organización no puede cumplir su mandato ni puede responder de manera adecuada a las necesidades cambiantes de nuestra región.

Damas y caballeros, quiero aprovechar este impulso para incluir en el temario y sugerir un debate sincero sobre la eficiencia de los órganos políticos. Si se acuerda emprender una evaluación de este tipo, podrían incluirse los siguientes elementos, tales como el establecimiento del temario, la duración de las reuniones, las frecuencias y los resultados.

La segunda área clave de nuestra administración incluirá los medios de comunicación y la divulgación. Para que tenga repercusión, el trabajo bien hecho –y hay mucho trabajo bien hecho–debe ser compartido, divulgado y reconocerse aún más. Solo así podrá reflejarse, ampliarse, mejorarse y tener aún mayor importancia para la población de las Américas.

Cuanto mayor sea el impacto, mejores serán los resultados. Cuanta mayor exposición, mejores perspectivas de apoyo, colaboración, alianzas y financiación. Es importante modernizar las comunicaciones de la OEA con contenidos dinámicos, difusión a través de múltiples plataformas, y herramientas participativas para impulsar el compromiso ciudadano.

También lo son las campañas focalizadas, necesarias para mostrar el impacto de la OEA en el mundo real. Pero, una vez más, tenemos que trabajar juntos; solo si todos apoyamos esta misma idea y nos ponemos de acuerdo sobre el camino a seguir podremos hacerlo realidad.

He dado instrucciones a los miembros del gabinete de la Oficina del Secretario General en misión o que estén asistiendo a conferencias para que transmitan lo que la OEA es y representa en términos de propósito, objetivos estratégicos y resultados. Debemos comprometernos con los centros educativos, las universidades y la sociedad civil. Debemos acercar la OEA y sus instituciones a los pueblos de las Américas.

Como mencioné en mi comentario inicial, nuestra fuerza procede de nuestra gente, de nuestra diversidad cultural, lingüística, de tradiciones, alimentos y bebidas. También utilizaremos canales diferentes e informales para aumentar el conocimiento y el intercambio de esta diversidad cultural que todos representamos. No sabemos lo suficiente sobre la historia y la cultura de los demás.

Se han programado varias actividades para este año, entre ellas un festival de arte a principios de octubre y una versión abreviada de la “Celebración del Espíritu de las Américas”, que tendrá lugar en diciembre del presente año. Este evento presentará nuestra cultura, música, arte, gastronomía y bebidas. También es una forma de lograr la participación del sector privado, estimular el espíritu empresarial y acercar a los Estados Miembros entre sí.

Por supuesto, señoras y señores, ninguna de estas áreas clave podrá abordarse sin tener también la discusión en torno a la cual se centra la tercera área clave: la sostenibilidad financiera de la Organización y nuestras relaciones externas. Creo que hay recursos financieros externos disponibles sin explotar, si podemos mostrar el impacto que tenemos y podemos lograr en el Hemisferio.

Soy de la opinión de que una OEA renovada, tal como la concebimos, requiere una base financiera firme, diversa y sostenible. Esta responsabilidad es compartida por todas las partes interesadas – Estados Miembros, observadores permanentes, instituciones multilaterales, el sector privado y la sociedad civil – cada uno de los cuales desempeña un papel vital en la obtención de los recursos y las alianzas necesarias para fortalecer nuestra Organización y amplificar nuestro impacto colectivo.

Para lograrlo, me comprometo a mejorar nuestra base financiera mediante una mejor gestión, mayor eficiencia operativa, una confianza renovada y la movilización y asignación estratégicas de recursos. Buscaremos activamente nuevas alianzas en todos los sectores, incluidos los bancos regionales de desarrollo, para afrontar de manera directa los retos más urgentes de la región.

Agradezco a nuestros socios actuales, especialmente a los observadores permanentes, su continuo apoyo a los programas más importantes de la OEA que promueven la democracia, los derechos humanos, la seguridad y el desarrollo, y seguiré fortaleciendo y ampliando nuestro compromiso con ellos.

El sector privado tiene un papel vital en la sociedad. Necesita sociedades que respeten el Estado de derecho para prosperar. Necesita sociedades donde haya paz y seguridad para que el crecimiento, la riqueza y el bienestar lleguen a la gente. Podemos contribuir a un ambiente propicio para este objetivo, y el sector privado puede ayudarnos en esta tarea.

Uniendo el poder de convocatoria de la OEA con el dinamismo del sector privado, podemos impulsar un espacio donde la inversión en los valores democráticos genere crecimiento sostenible.

Buscaremos un diálogo continuo con asociaciones empresariales regionales y sectoriales para asegurar que sus perspectivas nutran nuestras políticas y programas. También buscaremos aprovechar soluciones tecnológicas, experiencia y capital del sector privado para aumentar nuestro impacto en todo el Hemisferio. En este objetivo, la sociedad civil tiene mucho que contribuir como garante de la cohesión social y la justicia. Trabajaremos con la sociedad civil para garantizar que nuestras acciones respondan a las verdaderas necesidades de las comunidades y se mantengan alineadas con los valores democráticos.

No solamente es importante el compromiso del sector privado y la sociedad civil, sino también el de nuestras instituciones internacionales y regionales. Tenemos que fortalecer nuestras alianzas y armonizar nuestra labor. Mediante un trabajo de coordinación regular se reducirá al mínimo la duplicación de esfuerzos, se aunarán recursos y aumentará la eficacia de nuestra respuesta colectiva a los retos regionales. La próxima Cumbre de las Américas puede desempeñar un papel importante a los efectos de facilitar este enfoque y esta agenda.

Ello incluye reuniones periódicas y la coordinación con el Banco Interamericano de Desarrollo, la Organización Panamericana de la Salud y el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura, junto con un diálogo continuo con la CARICOM, el Sistema de Integración Centroamericana, la Comunidad Andina, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños y socios clave como la ONU y la Unión Europea y Africana. También debemos mirar más allá de nuestra propia región. El contexto mundial tiene repercusiones en nuestra propia región.

Y la cuarta área clave es, sin duda, abordar los retos políticos más polémicos de la región, incluida la urgente situación de Haití, para promover la estabilidad y el diálogo allí donde más se necesitan. En ningún lugar del Hemisferio la democracia y el Estado de derecho, la seguridad, los derechos humanos y el desarrollo se encuentran más amenazados que en Haití. Haití ocupará un lugar prioritario en nuestra agenda en el futuro previsible.

Para ello, la OEA otorgará prioridad, en el marco de sus competencias y de las disposiciones de la Carta, al apoyo de una hoja de ruta integral que aborde los desafíos inmediatos de Haití en materia de seguridad y, al mismo tiempo, impulse reformas de gobernanza a largo plazo.

Impulsaremos nuestra asociación con otras instituciones, como CARICOM y Naciones Unidas, para ayudar a diseñar e implementar un marco firme que racionalice las estructuras políticas de Haití y promueva el diálogo político continuo, permitiendo una mayor rendición de cuentas, transparencia y eficacia en la administración pública.

Esto incluirá nuestro apoyo a la organización de un referéndum sobre una nueva constitución, la preparación y celebración de elecciones generales y el desarrollo de una estrategia de seguridad integral para restaurar la ley y el orden.

Reconociendo la urgencia del momento, les anuncio hoy el nuevo lanzamiento del Grupo de Amigos de Haití. Soy consciente de que ya existe un grupo de trabajo formal en el seno de los órganos políticos. Trabajaremos también estrechamente con esa iniciativa sobre Haití. Esta nueva coalición de socios comprometidos, con Haití al frente, servirá de plataforma vital para intercambiar información, movilizar el apoyo internacional y regional, concertar esfuerzos y garantizar respuestas coordinadas a las necesidades más apremiantes de Haití.

Juntos, trabajaremos para recuperar la estabilidad, reconstruir las instituciones y fomentar las condiciones que conduzcan a una paz duradera y a la prosperidad del pueblo haitiano. El papel, la iniciativa y el liderazgo de Haití y sus representantes son fundamentales.

Ante la urgencia y complejidad de las circunstancias en Haití, la Organización de los Estados Americanos y sus socios deben actuar con determinación para prestar un apoyo valioso al pueblo y a las instituciones haitianas. El actual marco de gobernanza de transición acordado finaliza el 7 de febrero de 2026.

Esta fecha límite presenta tanto una oportunidad crucial como un enorme desafío. La OEA debe ayudar a garantizar que este período de transición culmine con un nivel de seguridad propicio para un proceso político legítimo, inclusivo y democrático que restaure el orden constitucional, fortalezca las instituciones públicas y fomente la estabilidad a largo plazo. Haití puede resurgir de esta transición con una esperanza renovada y una determinación soberana. En este momento crucial, debemos hacer de Haití una prioridad hemisférica.

Distinguidos Representantes Permanentes, me han dado su confianza. Me siento honrado y les pido tiempo y espacio para demostrarles que podemos marcar la diferencia.

Mirando más hacia el futuro, la región se enfrenta a retos que deben abordarse de forma proactiva. La democracia en muchas naciones está bajo presión, enfrentada a corrientes de desinformación, polarización, corrupción e inestabilidad económica.

La violencia y la inseguridad amenazan las vidas y los medios de subsistencia, mientras que la delincuencia organizada transnacional sigue poniendo a prueba al Estado de derecho. Los cambios medioambientales, la migración y la desigualdad se están intensificando, creando vulnerabilidades para los más marginados de entre nosotros, especialmente para los Estados pequeños y en desarrollo.

Durante más de 75 años, la Organización de los Estados Americanos ha constituido un firme pilar de la democracia, la seguridad y el desarrollo en el hemisferio occidental. Desde la defensa de la gobernabilidad democrática en tiempos de crisis hasta el respaldo de transiciones pacíficas de poder, la OEA se ha mantenido firme junto a los pueblos.

Ya sea a través de misiones de observación electoral en más de 30 países o de programas de fortalecimiento institucional, la OEA ha contribuido para que la voz de cada ciudadano sea escuchada y los valores democráticos sigan siendo la base de nuestro camino colectivo. Al hacerlo, hemos reafirmado una verdad simple pero poderosa: la democracia no es un lujo; es esencial para la dignidad, la justicia y la paz y, me gustaría añadir, para la prosperidad.

La observación electoral sigue siendo uno de los programas emblemáticos de la OEA. La protección de la integridad electoral es una piedra angular de la legitimidad democrática. Tuve la suerte de reunirme con nuestra misión de observadores esta misma semana, mientras emitía mi voto en Suriname el domingo, y el martes, durante el trayecto, tuve conocimiento del primer informe. Esta línea de actuación de la OEA contribuye al fortalecimiento de nuestras instituciones democráticas, que también están sujetas a los cambios de los tiempos y los avances tecnológicos. Del mismo modo que se necesita una OEA fuerte para implementar el objetivo estratégico, se necesitan Gobiernos fuertes para abordar los numerosos retos financieros y socioeconómicos a los que se enfrentan los países.

Las tecnologías digitales, las redes sociales de uso generalizado y la emergente inteligencia artificial pueden ser tanto una bendición como un mal. Todos conocemos los aspectos negativos, ya que afectan a todas las sociedades. Pero si se utilizan con determinación, estas innovaciones pueden convertirse en catalizadores del progreso sostenible, la seguridad digital y el crecimiento integrador. También pueden ser una herramienta para remodelar el panorama económico de la región (por ejemplo, permitiendo el comercio en línea).

Creo que tenemos un papel que desempeñar en este espacio, podemos apoyar a los Estados Miembros para que aprovechen la transformación digital como piedra angular de la prosperidad, con un enfoque estratégico para cerrar brechas, construir economías resilientes y crear un futuro digital inclusivo para las Américas. Pero, una vez más, también en este caso debemos actuar ahora, para evitar quedarnos rezagados frente a la curva en constante evolución.

Nuestro alcance va mucho más allá del ámbito electoral. Ante la pobreza, la desigualdad y los persistentes efectos de la pandemia de COVID-19, la OEA ha puesto en marcha iniciativas ambiciosas para ayudar a los más necesitados. A través de la cooperación técnica, los programas educativos y la lucha contra la pobreza y la exclusión, hemos trabajado para reducir la brecha entre las aspiraciones y la realidad de millones de personas. Tenemos que asegurarnos que esto continúe.

En el área de seguridad y paz, la OEA ha liderado la resolución de conflictos, el desarme y la promoción de los derechos humanos. Nuestra Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Corte de Derechos Humanos han sido voces de esperanza para los que no tienen voz, exigiendo responsabilidad a los gobiernos y defendiendo los derechos inalienables de cada individuo.

La OEA ha facilitado el diálogo en momentos de profunda polarización. Ha ayudado a reconstruir la confianza en instituciones frágiles. Y ha fomentado la cooperación para combatir el crimen organizado, la corrupción y las amenazas cibernéticas. A través de una diplomacia incansable y apoyo técnico, hemos fortalecido la colaboración entre países. Hemos fomentado una visión común de las Américas como una región de paz y prosperidad para nuestros pueblos. Esta alta aspiración requiere del trabajo de todos para una OEA renovada y fortalecida.

La delincuencia organizada y el narcotráfico plantean serias amenazas a la paz y la estabilidad en las Américas y constituyen una pesada carga para nuestras sociedades. La OEA debe fortalecer la cooperación y la asistencia táctica y operativa regional, mejorar los marcos normativos en materia de drogas e implementar estrategias basadas en datos comprobados y centradas tanto en la reducción de la demanda como en el control de la oferta.

Mediante la capacitación integral, la asistencia técnica y el fomento del diálogo político, aspiramos a capacitar a los Estados Miembros para hacer frente a las nuevas amenazas de las drogas, integrando las perspectivas de género, culturales y de derechos humanos.

La OEA debe seguir dando prioridad a la igualdad de género y a la inclusión social en su programación, ya que su objetivo no es solo combatir el tráfico y el abuso de drogas, sino también promover enfoques sostenibles y centrados en la comunidad para el control de drogas en las Américas.

La migración no es una simple estadística. La crisis migratoria es una tragedia. Intentaremos fomentar la colaboración con el sector privado para crear centros de formación profesional y oportunidades económicas en las comunidades donde predomina la migración. Al invertir en educación, formación profesional y desarrollo sostenible, podemos transformar la narrativa de crisis en una narrativa de oportunidades.

Los proyectos de electrificación rural y energías renovables han atraído más de 200 millones de dólares en inversiones, lo que ha impulsado el crecimiento sostenible en Argentina, Honduras y el Caribe.

La OEA también ha desempeñado un papel fundamental para ayudar a los países a desarrollar su resiliencia al cambio climático mediante la elaboración de códigos de construcción seguros en ocho países caribeños y ha financiado 25 proyectos de resiliencia al cambio climático que beneficiaron directamente a más de 15.000 personas.

Aunque no se trata de una institución financiera ni de un instrumento de financiamiento para el desarrollo, debido a la relación entre paz, seguridad y prosperidad, debemos incluir en el discurso político temas como el impacto de los cambios ambientales, la grave carga de la deuda, la financiación para el desarrollo, incluidos los fondos verdes, la creación de resiliencia económica, etc. Las iniciativas y propuestas, tales como el Índice de Vulnerabilidad Multidimensional y la Iniciativa de Bridgetown deben tomarse en serio y debatirse en estos foros.

Damas y caballeros, el camino hacia un futuro más próspero, hacia un desarrollo integral no reside en el aislamiento, sino en la unidad. Se encuentra en la búsqueda vigorosa del comercio y las inversiones intrarregionales, la profundización de la integración, el compromiso inquebrantable con la cooperación y la creación de alianzas fuertes. Reconozcamos en primer lugar nuestra profunda interdependencia. Los retos a los que nos enfrentamos –volatilidad económica, interrupciones de la cadena de suministro, cambio climático– trascienden las fronteras.

Ningún país, ninguna organización ni entidad puede hacer frente a estos retos por sí solo. Nuestras economías están profundamente entrelazadas; lo que afecta a una repercute inevitablemente en otras. Al reconocer y aceptar esta interdependencia, podemos transformar las vulnerabilidades en fortalezas, aprovechando nuestros recursos colectivos y nuestras diversas capacidades para crear resiliencia.

Esta interdependencia se ve amplificada por la necesidad imperiosa de conectividad. Más allá de las infraestructuras físicas, debemos fomentar los puentes digitales, agilizar las aduanas, armonizar las normativas y facilitar la circulación ininterrumpida de bienes, servicios e ideas. Debido a estas realidades, el multilateralismo efectivo tiene un propósito y es necesario en interés de todos.

Mejorar la conectividad significa acelerar el comercio, aumentar la eficiencia y ampliar las oportunidades tanto para las empresas como para las personas. Significa acercar nuestras comunidades, fomentar el entendimiento y liberar todo el potencial económico de nuestro Hemisferio. Un componente crítico de esta visión es la deslocalización cercana [nearshoring]. Los acontecimientos mundiales de los últimos años han subrayado claramente la fragilidad de las cadenas de suministro distantes. Al estimular la producción dentro de nuestro propio Hemisferio, mejoramos la seguridad, reducimos los plazos de entrega y creamos puestos de trabajo aquí mismo, en las Américas. No se trata solo de eficiencia; se trata de construir una base económica más segura y estable para nuestra región, fomentando cadenas de valor regionales que nos beneficien a todos.

Y, por último, esta búsqueda de la unidad fortalece nuestra autosuficiencia colectiva. Esto no significa aislarnos del mundo, sino reducir estratégicamente nuestra excesiva dependencia de los mercados exteriores para obtener bienes y servicios esenciales.

Al diversificar nuestra producción, invertir en innovación y fortalecer nuestros mercados internos, podemos construir un Hemisferio más resistente a las crisis mundiales, con mayor capacidad de satisfacer sus propias necesidades y más seguro en su futuro económico. Imaginemos una región de las Américas donde el comercio y las inversiones fluyen libre y equitativamente, donde la innovación prospera a través del conocimiento compartido, y donde cada ciudadano tiene la oportunidad de prosperar.

No se trata de un sueño utópico; es una realidad alcanzable si nos comprometemos a trabajar juntos. La OEA debe liderar esta labor como agente de confianza en el Hemisferio. Es fundamental que forjemos alianzas duraderas y, al hacerlo, construyamos un futuro más próspero, estable y autosuficiente para todos los pueblos de las Américas.

Damas y caballeros, cuento con todos ustedes para fortalecer nuestras instituciones, las cuales desempeñan un papel clave en el mantenimiento de la gobernanza democrática, fomentan la estabilidad política, la seguridad pública y la integridad nacional. Esta será la mejor base para la resiliencia económica, el aumento de la inversión extranjera directa (IED) y la productividad, lo que se traducirá en más empleos, más prosperidad y un futuro previsible para nuestra juventud.

Las políticas que elaboremos deben basarse en datos. Y debemos fijar metas y objetivos alcanzables y cuantificables. Donde sea necesario realizar ajustes propondré hacerlos, con motivación y en aras del óptimo funcionamiento de la Organización. Creo, por ejemplo, que conviene realizar un análisis de eficiencia de los mandatos pendientes.

Espero con interés la celebración de la Asamblea General en Antigua y Barbuda y, más adelante, la Cumbre de las Américas en República Dominicana. Agradezco a los dos anfitriones por su liderazgo y compromiso para lograr una Organización más unida y receptiva, y con el estímulo de un diálogo importante y sustantivo. Este es un momento de transformación para la región. Es también un momento de posibilidad, un momento de acción.

En palabras de Simón Bolívar: “La unidad de nuestros pueblos no es simple quimera de los hombres, sino inexorable decreto del destino”. En esta nueva era de la OEA, seamos audaces, innovadores y, sobre todo, estemos unidos. Juntos, podemos construir un futuro en el que prospere la democracia, se respeten los derechos humanos, la buena gobernanza sea una norma y todas las personas del hemisferio occidental tengan la oportunidad de prosperar.

Hago un llamado a todos para que trabajemos juntos. Necesito la contribución de todos ustedes para que la OEA cumpla lo que todos hemos acordado que sea: una institución respetada que actúe como intermediaria honesta en tiempos de conflicto, facilitadora del desarrollo y el crecimiento y, en última instancia, contribuyente al bienestar y a la paz de todos los ciudadanos de las Américas.

Dejemos que la historia recuerde este momento no como el inicio de una nueva administración, sino como el inicio de una nueva era. Una era que se caracterice por la unidad, la colaboración, la interacción, el diálogo y la cohesión en beneficio de todos los pueblos de los Estados de las Américas. Muchas gracias.