Discursos y otros documentos del Secretario General

DISCURSO DEL SECRETARIO GENERAL ALBERT R. RAMDIN EN LA SESIÓN DE APERTURA DEL QUINCUAGÉSIMO QUINTO PERÍODO ORDINARIO DE SESIONES DE LA ASAMBLEA GENERAL

25 de junio de 2025 - St. John’s, Antigua y Barbuda

Es un placer estar con ustedes aquí hoy día. Permítanme darle la bienvenida al Vicegobernador General Sir Clare Roberts. Gusto en verlo.
Excmo. señor Gaston Browne, Primer Ministro de Antigua y Barbuda;
Miembros del Gabinete de Antigua y Barbuda;
Distinguidos Ministros y Jefes de Delegación;
Distinguidos representantes permanentes, Secretario General Adjunto Embajador Nestor Mendez;
Distinguidos observadores permanentes;
Colegas de las organizaciones internacionales y regionales;
Miembros del personal de la Organización de los Estados Americanos;

Damas y caballeros:

Buenas noches.

Esta medianoche hará exactamente un mes que asumí este cargo. Entenderán que resulta ser un gran placer para mí y también motivo de un gran honor el poder dirigirme hoy a ustedes, Estados Miembros de la Organización de los Estados Americanos, como decimotercer Secretario General de esta Organización y, dicho sea de paso, primer caribeño en ocupar este cargo y participar en este quincuagésimo quinto período ordinario de sesiones de la Asamblea General.

Deseo dejar constancia de nuestro profundo agradecimiento al pueblo y Gobierno de Antigua y Barbuda —un país de 365 playas, una para cada día— por su cálida hospitalidad al ser sede de esta Asamblea General, la primera que se celebra en un país caribeño desde 2002.

Al convocarnos aquí, Antigua y Barbuda reafirma su compromiso como país con los principios y objetivos de la Organización de los Estados Americanos y nos recuerda también el importante papel que cada miembro está llamado a desempeñar en la promoción de nuestros objetivos y prioridades comunes.

Quisiera elogiar a Antigua y Barbuda por haber elegido para esta asamblea el tema “Construyendo economías resilientes e inclusivas en las Américas” que engloba tanto una aspiración de los países del hemisferio como un compromiso concreto para avanzar en el bienestar de nuestros pueblos. Ese tema subraya también la necesidad de una renovada acción colectiva en un momento en que el crecimiento, la resiliencia y la inclusividad son más que meros ideales: son imperativos para la supervivencia y el progreso.

Agradezco a nuestros anfitriones por haber convocado hoy el evento “Uniendo las Américas por la salud mental”, un tema que suele ser ignorado, pero que incide en todos los pilares de nuestro trabajo. El bienestar de nuestros ciudadanos debe seguir ocupando un papel central como un motor constante de nuestros esfuerzos y no sólo en momentos de crisis.

Damas y caballeros, señor Primer Ministro, vivimos tiempos imprevisibles e inciertos. Somos testigos de un debilitamiento de un compromiso de larga data con la cooperación internacional sobre la base del derecho internacional y un orden internacional basado en normas. El contexto internacional, marcado por las tensiones geopolíticas, la volatilidad socioeconómica y la rápida evolución de las tecnologías, es muestra del complejo y desafiante mundo en el que vivimos hoy. La comunidad internacional enfrenta no sólo violentos conflictos en distintas regiones, sino también profundos retos a la gobernanza democrática y, en ocasiones, el impacto a veces imprevisto y preocupante de las tecnologías transformadoras.

Debe evitarse a toda costa la reciente escalada de las acciones militares en el Oriente Medio y en otros conflictos. En un mundo plagado de innumerables retos, resulta fundamental mantener la paz y la seguridad. Hacemos un llamamiento a la distensión y a la moderación, pues consideramos que las partes deberían recurrir a medios diplomáticos y pacíficos para solucionar este conflicto.

Damas y caballeros, somos un continente definido por una notable diversidad en cuanto a geografía, idiomas, cultura, historia y mucho más. Esta diversidad coexiste con una gran convergencia de propósitos y ofrece grandes oportunidades de progreso.

Hoy día, las Américas se encuentra ante una compleja encrucijada. La seguridad política y económica, los derechos humanos y los retos que implica el cambio climático son fuerzas entrelazadas que se alimentan mutuamente y ponen a prueba los cimientos de la gobernanza democrática y la fortaleza de nuestras instituciones.

En nuestra región, las desigualdades de larga data y el aumento de la violencia han agravado la desconfianza en los procesos democráticos. Y al mismo tiempo, la delincuencia organizada transnacional, la vulnerabilidad climática y el crecimiento económico desigual siguen poniendo a prueba a nuestras sociedades. El respeto y la adhesión a los principios democráticos, al Estado de derecho y los derechos humanos, acompañados de sólidas políticas financieras y económicas, deberían contribuir a la construcción de una sociedad justa, pacífica, próspera y equitativa para todos. Para tener éxito en esta tarea, se precisa un planteamiento integral que englobe a toda la sociedad.

Como institución y en su nueva presentación, la OEA está dispuesta a colaborar con los Gobiernos, las instituciones interamericanas, la sociedad civil y el sector privado en la creación de un Hemisferio democrático, próspero y seguro.

Damas y caballeros, el retroceso de la democracia, la desigualdad económica y las violaciones a los derechos humanos se entrelazan cada vez más con el deterioro de la seguridad. La delincuencia organizada transnacional es uno de los principales responsables de la violencia, de la fragilidad de las instituciones y de las luchas por el control de territorios a lo largo y ancho del continente. El camino hacia la fortaleza institucional y la seguridad en las Américas depende de que se afronten también los retos al desarrollo en la región. El estancamiento económico y la desigualdad siguen socavando la capacidad de las instituciones, alimentando la inestabilidad política y creando condiciones propicias para la violencia y la delincuencia organizada.

Sin embargo, damas y caballeros, creo firmemente que ha llegado el momento en que nosotros, como Hemisferio unido, debemos trazar nuestro propio futuro alejándonos de ese nefasto curso. Hay que reconocer que en nuestro sistema multilateral hemisférico contamos no sólo con la experiencia y la determinación como grupo, sino también las estructuras institucionales para responder eficazmente a estos retos.

La OEA ha diseñado muchas iniciativas que contribuyen de manera significativa a cada una de estas áreas; y mencionaré sólo algunas de ellas.

El fortalecimiento de nuestros sistemas y procesos electorales y, por ende, de los cimientos democráticos de nuestros países, ha sido el centro de atención de la labor de esta Organización. Agradecemos a los Estados Miembros y observadores permanentes que han apoyado a nuestras misiones a lo largo de los años. No obstante, necesitamos también un compromiso más tangible por parte de aquellos países que reciben a las misiones de la OEA para que éstas puedan realizar su trabajo. La OEA desempeña un papel mucho más amplio en el fortalecimiento de las instituciones democráticas en todo el continente. A través de una serie de misiones e iniciativas de cooperación técnica, apoyamos a los Estados Miembros a afrontar los complejos retos de la gobernanza.

Deben reconocerse también nuestros esfuerzos en el ámbito de los derechos humanos, que han debido ser racionalizados recientemente. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos —el órgano más conocido de la OEA— ha logrado señalar una serie de tendencias preocupantes en toda la región, entre las que destacan las siguientes: la suspensión cada vez más frecuente de las garantías constitucionales en respuesta a la inseguridad provocada por la delincuencia organizada; una notable reducción del espacio cívico; el uso desproporcionado de la fuerza contra las protestas y un ambiente cada vez más hostil hacia los defensores de los derechos humanos, por mencionar sólo unas cuantas tendencias. Debemos también estar alerta ante el aumento de la incitación al odio, la desinformación, la violación de los derechos humanos básicos y los grupos marginados. La CIDH se ha convertido en la conciencia interamericana: la voz que debemos oír, aunque resulte incómoda. Tan sólo en 2024 se aprobaron 123 informes de fondo, que representan un número récord en la historia de la CIDH.

En el ámbito de la seguridad multidimensional, la OEA ha redoblado su apoyo a los Estados Miembros a través de la formación, la asistencia técnica y las iniciativas comunitarias destinadas a responder a las cambiantes amenazas en la región. Tan sólo el año pasado, se dio capacitación o apoyo directo a más de 21,000 personas en áreas como desminado, asistencia a víctimas, profesionalización de la policía, ciberseguridad y control de drogas.

Si bien es cierto que no es una institución de financiamiento para el desarrollo, la OEA desempeña un papel vital en la promoción del desarrollo sostenible y la prosperidad en las Américas a través de la cooperación técnica, el desarrollo de capacidades, el diálogo sobre políticas y las alianzas estratégicas. El Banco Interamericano de Desarrollo, entre otros bancos regionales, instituciones subregionales de financiamiento al desarrollo, bancos comerciales y fundaciones son nuestros aliados en el apoyo al desarrollo sostenible y ecológico. A lo largo del año pasado y en colaboración con otras organizaciones, la OEA otorgó más de 2400 becas, dio capacitación a 38,000 personas en competencias digitales, apoyó a mujeres empresarias en nueve Estados Miembros y proporcionó más de 2700 oportunidades de formación al personal portuario. Éstos son sólo algunos detalles del valor que ofrece la OEA a sus miembros.

Damas y caballeros, ninguna de estas actividades en materia de democracia, derechos humanos, seguridad y desarrollo sería posible sin las aportaciones de los Estados Miembros y de los observadores permanentes. En 2024, además de sus contribuciones ordinarias, los Estados Miembros aportaron 51 millones de dólares estadounidenses en contribuciones voluntarias, mientras que los observadores permanentes y otros socios internacionales contribuyeron con 25.2 millones de dólares. Estas aportaciones son, en nuestra opinión, testimonio del compromiso permanente de nuestros aliados estratégicos con nuestros objetivos compartidos. Mi intención es ampliar, afianzar e intensificar esta alianza, para lo cual convocaremos una sesión extraordinaria antes de fin de año.

Creo firmemente en la extraordinaria labor que realiza la OEA y su dedicado y altamente profesional personal. Sin embargo, ante los complejos retos que enfrentamos hoy día, siempre hay margen para hacer más, para hacerlo mejor y para mostrar siempre el bien que estamos haciendo. Debe hablarse y compartirse la extraordinaria labor de la OEA como principal plataforma multilateral e intergubernamental en las Américas y el Caribe. No podríamos cumplir nuestra misión basándonos únicamente en prácticas del pasado o trabajando en forma aislada. Ya no podemos seguir trabajando como hasta ahora lo hemos hecho. Para ello no se requieren cambios drásticos e inmediatos, sino más bien un renovado compromiso para trabajar con eficacia, en el marco de la Carta, los mandatos y los instrumentos que han aprobado los Estados Miembros.

Al tiempo que construimos una OEA más fuerte, debemos también redoblar nuestros esfuerzos en materia de democracia y derechos humanos. De cara al futuro, haremos todo lo que esté a nuestro alcance para colaborar más con los foros parlamentarios de la región, los gobiernos subnacionales y otras instituciones democráticas. Se dará impulso a la Escuela de Gobierno de la OEA: iniciativa emblemática que ofrece formación a funcionarios públicos, líderes políticos, la sociedad civil y organizaciones comunitarias para fortalecer áreas como la transparencia, la rendición de cuentas y la participación ciudadana.

La OEA debe convertirse en un espacio confiable al que los países puedan acudir no para ser juzgados ni sancionados, sino para entablar un diálogo franco y abierto, para encontrar oportunidades significativas de colaboración, de entendimiento de los diferentes puntos de vista y, en última instancia, para encontrar soluciones y avanzar como comunidad más fuerte y unida. Nos esforzaremos por ampliar nuestro papel en la mediación y el diálogo, creando espacios en los que puedan escucharse distintas perspectivas y en los que puedan alcanzarse soluciones pacíficas. Para facilitar esa visión, tenemos que estar todos en la misma sala, en torno a la misma mesa. No tendremos éxito en esta tarea a menos que haya diálogo, compromiso diplomático y toda clase de interacción.

Si bien las tecnologías emergentes como la inteligencia artificial ofrecen oportunidades para mejorar la eficacia en la OEA, también plantean riesgos, como el desplazamiento de la mano de obra, el sesgo de los algoritmos, la desinformación y el ahondamiento de las desigualdades. Cierto es que la brecha digital se está convirtiendo en un factor de exclusión, sobre todo para las comunidades ya marginadas. En colaboración con las instituciones pertinentes y el sector privado, la OEA está llamada a desempeñar un destacado papel para ayudar a los Estados Miembros a ampliar el acceso asequible a Internet, promover la alfabetización digital y crear alianzas público-privadas que acerquen las tecnologías emergentes a las poblaciones desatendidas. Podemos también ayudar a los gobiernos a crear estrategias inclusivas en materia de inteligencia artificial y marcos de gobernanza digital basados en los derechos.

Para afrontar con éxito las actuales amenazas multidimensionales y en rápida evolución a la seguridad, la OEA debe ser tanto un foro político como un centro operativo en la lucha contra la delincuencia organizada transnacional. Para ello, precisamos revitalizar nuestra estructura institucional. Es fundamental que reevaluemos, optimicemos y simplifiquemos los programas que llevamos a cabo y que aprovechemos los mecanismos ya existentes. La recién aprobada Hoja de Ruta de Centroamérica y República Dominicana ofrece un modelo para ajustar las prioridades nacionales y mejorar la colaboración transfronteriza y debería ser ampliada para consolidar la coordinación subregional.

Si habremos de impulsar un crecimiento económico que sea inclusivo, sostenible y resiliente, debemos privilegiar la expansión del comercio y la inversión entre nosotros, el fortalecimiento de las pequeñas y medianas empresas, la competitividad y la promoción de acciones coordinadas en materia de clima y energía. Dado que las pequeñas y medianas empresas son la columna vertebral de nuestras economías, habremos de colaborar con nuestros aliados y entidades especializadas semiautónomas de la OEA para aumentar la disponibilidad de financiamiento, asistencia técnica y servicios que favorezcan el desarrollo empresarial. Habrá que fomentar el comercio y la conectividad al interior de la región apoyando a las empresas locales con herramientas y formación para que puedan cumplir los estándares internacionales. En cuanto al clima y la energía, habremos de contribuir a que se facilite el acceso a mecanismos de financiamiento verde, promoveremos sistemas de alerta temprana y una agricultura climáticamente inteligente y promoveremos inversiones en mecanismos para estar preparados ante catástrofes, para así reforzar la resiliencia y proteger los ecosistemas y la seguridad alimentaria. Habremos de aprovechar las propuestas hechas en este sentido, como la Iniciativa de Bridgetown. Las estrategias regionales para una integración energética sostenible y una transición justa serán fundamentales para lograr un impacto a largo plazo.

Damas y caballeros, la tarea que tenemos ante nosotros es inmensa y no podremos alcanzar los objetivos que pretendemos de la noche a la mañana. Lo importante es que reconozcamos nuestras realidades y fijemos nuestra mira en el futuro basándonos en una agenda común. Para lograr esta nueva visión, estamos promoviendo un enfoque integral fundamentado en estrategias que se refuerzan mutuamente.

o En primer lugar, estamos ya reforzando nuestras alianzas con instituciones multilaterales, organizaciones regionales, el sector privado y la sociedad civil para desarrollar capacidades colectivas.
o En segundo lugar, estamos modernizando la Organización desde dentro, simplificando operaciones, mejorando la coordinación y la comunicación y reforzando su sostenibilidad financiera.
o En tercer lugar, estamos renovando nuestra presencia en los medios de comunicación, asegurándonos de que los pueblos de las Américas sean conscientes del bien que hace y puede hacer la OEA. Esto implica estar en contacto más frecuente con los medios de comunicación, las escuelas, las universidades, las comunidades y otras partes interesadas pertinentes en las sociedades de las Américas.

La OEA no está sola en este proyecto de modernización y cambio, pues no podría estarlo. Precisamos del apoyo de los Estados Miembros para mejorar la eficacia de las funciones políticas de la Organización. Necesitamos procurar más recursos técnicos y financieros. Y necesitamos lograr que nuestros mandatos estén en consonancia con los de nuestros aliados en la región. Crear resiliencia en las Américas requiere una determinación colectiva y una acción coordinada. Por ello, estamos reanimando las alianzas estratégicas y el diálogo institucional en todo el sistema interamericano, en lo cual quedan incluidos los bancos regionales de desarrollo, los observadores permanentes, el sector privado y la sociedad civil. Este planteamiento colaborativo pretende convertir los retos compartidos en crecimiento económico duradero y progreso inclusivo, en plena consonancia con el tema escogido para esta Asamblea General. A este respecto, debo informarles que desde mi elección me he reunido en dos ocasiones con las autoridades del BID, de la OPS y del IICA para definir áreas de sinergias y acordar la elaboración de una agenda conjunta para el futuro de las Américas: un marco que guíe y armonice nuestros esfuerzos de cara al futuro. En el futuro, impulsaremos también una activa agenda para colaborar más con otras organizaciones subregionales clave.

Promoveremos también las relaciones interpersonales, incluidos los intercambios lingüísticos y culturales, para fomentar una mayor cooperación y unidad en toda la región. Apenas se utiliza nuestro propio museo y biblioteca.

Una colaboración significativa, damas y caballeros, implica también consolidar nuestras relaciones con organizaciones e individuos que sean reflejo de la rica diversidad de nuestro Hemisferio, incluidos los pueblos indígenas, las personas afrodescendientes, las comunidades LGBTI+, los jóvenes y las personas migrantes, para garantizar que sus voces no sólo sean escuchadas, sino que también incidan significativamente en nuestra agenda hemisférica. Al mismo tiempo, la promoción de la igualdad de género debe seguir siendo una prioridad transversal, no sólo como un imperativo moral, sino como una solución práctica a las necesidades más acuciantes de la región. Las mujeres son fundamentales para el futuro, la fortaleza y la resiliencia de nuestros países.

Estamos poniendo en marcha una renovada alianza con el sector privado en toda las Américas. Esta alianza se basa en el reconocimiento de que la defensa de la democracia empieza reconociendo que las personas tienen también derecho al trabajo, a vivir en un ambiente seguro y a aspirar a un futuro digno. Si logra que su liderazgo esté en consonancia con las metas de desarrollo a largo plazo y los valores democráticos, el sector privado puede convertirse en un aliado estratégico en la construcción de la paz y la prosperidad compartida en las Américas.

Para hacer todo esto realidad, desde mi elección hace apenas tres meses, se ha hecho evidente que necesitamos fortalecernos desde dentro. Por ello, estamos inmersos en la tarea de evaluar nuestra eficiencia interna con el objetivo de eliminar una burocracia contraproducente y garantizar que nuestras estructuras sean ágiles y estén en consonancia con las prioridades de la Organización de cara al futuro.

Con ese espíritu, hemos dado un paso aparentemente sencillo pero esencial: establecer reuniones de gabinete periódicas. En esas reuniones no sólo recopilaremos información de la labor que realizan las áreas técnicas en el campo, sino que también servirán de foro para definir prioridades que se traduzcan en acciones en toda la Organización. Sin embargo, la cohesión interna exige algo más que reuniones. Por esa razón, nos hemos embarcado en una amplia cruzada para desmantelar silos institucionales, promover la colaboración entre departamentos, mejorar la comunicación y agilizar las operaciones para mejorar la eficacia en general.

Al interior de la Secretaría General se está dando forma a una nueva estructura organizacional para responder a las necesidades de nuestras partes interesadas, que son los Estados Miembros. El objetivo es presentar un organigrama en el que queden reflejadas nuestras aspiraciones de eficiencia y que tenga como eje central nuestras prioridades estratégicas: derechos humanos, democracia representativa y asuntos políticos, seguridad y desarrollo integral.

Estamos también restableciendo el trabajo presencial a tiempo completo. Como organización internacional, debemos reunir físicamente a nuestros equipos para así fomentar la colaboración, reforzar la cultura institucional y la motivación. Además, creo que también es importante que nuestro equipo de colaboradores esté integrado por personas que representen a todos los Estados Miembros, independientemente de su idioma predominante.

Muchas de estas medidas están en consonancia con las conclusiones de la evaluación de la Organización que recientemente llevó a cabo un tercero. Los Estados Miembros invirtieron en este proceso y, con justa razón, esperan ver que se dé seguimiento práctico de esas recomendaciones. Al mismo tiempo, en esa evaluación se destacó un punto crítico: la sostenibilidad financiera no es una preocupación marginal. Es fundamental contar con recursos financieros adecuados para preservar el éxito de la Organización. Sin una base financiera sólida, la OEA no puede cumplir su mandato ni responder adecuadamente a las cambiantes necesidades de nuestra región. Nuestro presupuesto debe basarse en una armonización racional y priorizada de lo que se necesita para funcionar adecuadamente y en una estrategia financiera para satisfacer sus necesidades.

Damas y caballeros, permítanme en este momento abordar un asunto que —como caribeño— es y siempre será muy cercano e importante. La situación en uno de nuestros Estados Miembros fundadores: la República de Haití. La solución a los problemas de Haití requiere el recurso a los cuatro pilares de la OEA en los próximos meses.

Hace unos meses consultamos con mayor insistencia a una amplia gama de partes interesadas, entre las que destacan Naciones Unidas, socios del sistema interamericano, representantes del Grupo de Personas Eminentes de CARICOM y miembros del Consejo Presidencial de Transición, para ayudar a encontrar vías realistas hacia la estabilidad y el desarrollo en Haití.

La crisis en Haití exige una respuesta amplia e integral. Trabajamos arduamente con ese equipo en la creación de un plan secuencial, multidimensional y estructurado con elementos y segmentos críticos: seguridad, en todas sus manifestaciones, asistencia humanitaria, creación de un consenso para lograr una agenda política y económica, la celebración de elecciones y la intensificación de esfuerzos para lograr el desarrollo económico. Estos son los cinco pilares de este plan que vamos a desarrollar. El objetivo, en última instancia, es contribuir a un futuro de estabilidad a largo plazo y de una gobernanza eficaz, siempre bajo el liderazgo de Haití. El futuro de Haití, damas y caballeros, depende de una renovación política, de una mayor seguridad y de una estabilidad económica. Como eje de este plan está la coordinación y el financiamiento. En el marco de lo dispuesto en la Carta, la OEA y sus aliados regionales y en el mundo están preparados para desempeñar un papel constructivo para facilitar la coordinación necesaria.

Este año se celebrará la Cumbre de las Américas. Y quiero aprovechar esta oportunidad para felicitar a los dirigentes de República Dominicana, en particular el Presidente Luis Abinader y el Ministro Roberto Álvarez que serán nuestros anfitriones en Punta Cana. No podría ser más oportuno el tema escogido para esa Cumbre: “Construyendo un Hemisferio seguro, sostenible y de prosperidad compartida”, enfocándose en áreas clave como seguridad ciudadana, alimentaria, energética e hídrica. Este tema refuerza la visión que hemos estado promoviendo en todos los ámbitos de nuestra agenda. En nuestra opinión, esta Cumbre debe considerarse como un momento histórico para poner nuevamente en marcha nuestra agenda hemisférica, hacia una estrategia de seguridad y desarrollo más unida, responsable, con visión a futuro e integrada para las Américas.

Damas y caballeros, para concluir, quiero reiterar que la tarea que tenemos ante nosotros es inmensa. Pero también es inmensa la fuerza de esta comunidad interamericana cuando actuamos con unidad y determinación. Las conversaciones que hemos iniciado aquí no son meramente institucionales; son generacionales. Debemos tener una visión clara del camino que tenemos por delante. La polarización del entorno político, la delincuencia organizada transnacional, la desigualdad y el cambio climático seguirán poniendo a prueba la resiliencia de nuestras sociedades y la legitimidad de nuestras instituciones. Sin embargo, debemos seguir teniendo confianza. Estos retos pueden ser superados con determinación, colaboración y un renovado sentido de corresponsabilidad.

La visión a la que aspiramos es ambiciosa, renovadora y eficaz. Esta visión se ve reflejada en las acciones que ya estamos emprendiendo para modernizar a la OEA, para reforzar la coordinación interna, para afianzar las alianzas estratégicas y para asegurar una mejor sostenibilidad financiera. Son todos estos pasos esenciales para crear una Organización más eficaz, confiable y responsable.

Por lo anterior, hago un llamamiento a todos los Estados Miembros para que apoyen plenamente el programa de modernización y cambio y participen activamente en la construcción del futuro de esta Organización. Formamos una comunidad con un futuro compartido y tenemos la corresponsabilidad de darle forma. Nuestros ciudadanos cuentan con que guiamos el camino con convicción y con resultados. Así pues, damas y caballeros, cuando partamos de Antigua y Barbuda después de haber concluido esta Asamblea General, hagámoslo con un propósito renovado y sigamos siendo un Hemisferio de paz. Hago votos porque esta Asamblea General sea productiva, constructiva y con visión a futuro.

Muchas gracias.