Discursos y otros documentos del Secretario General

XXXVI ASAMBLEA PLENARIA DEL CONSEJO EMPRESARIAL DE AMÉRICA LATINA (CEAL)

4 de noviembre de 2025 - Washington, DC

Buenos días.

Don Roberto Zamora, presidente de CEAL, y miembros de su junta directiva: Me alegra que el Presidente de Ecuador se nos una en breve. Es un gusto tenerlo aquí en Washington, así como al viceministro Silli de Italia. Muchas gracias por acompañarnos—distinguídos líderes de la comunidad empresarial de América Latina y el Caribe de muchos países.

Amigos del sector privado, mis colegas de la Organización de los Estados Americanos, señoras y señores: Me complace verlos nuevamente, y espero que hayan pasado una velada maravillosa anoche en la OEA. Ojalá se lleven buenos recuerdos. Muchas gracias por acoger ese evento en la Organización de los Estados Americanos.

Quiero agradecer a su presidente—Roberto—por su sostenido compromiso con el sector privado y con los organismos internacionales, especialmente con la Organización de los Estados Americanos. Desde mi época como Secretario General Adjunto, hace 15 años, comenzamos a construir esa relación con CEAL, y me alegra ver que más de una década después nos estemos reencontrando, Roberto, y firmando hoy el acuerdo. Los tiempos han cambiado, como mencionaste antes. Hace quince años, el mundo era distinto; el hemisferio era distinto.

Ha habido cambios profundos en la manera en que funcionan la política mundial y la geopolítica, y eso impacta a las regiones. En esta época de mayor incertidumbre—impulsada por muchos acontecimientos cuyo rumbo aún no podemos prever—su tema para esta 36ª asamblea, “Desglobalización y Reposicionamiento”, es exactamente el correcto. Esos son elementos clave para cómo responderemos a la incertidumbre de hoy, especialmente en el hemisferio. Permítanme ser claro, y lo he dicho públicamente: la OEA no busca involucrarse en la geopolítica a nivel global. Ese no es nuestro trabajo. Nuestro trabajo es unir este hemisferio—las Américas. Cuando hablamos, como mencionaste, Roberto, de “America First”, para la OEA, para mí, no es solo “America First”; es “Américas First”: todos nosotros primero. Eso es lo que debemos tener presente. Así estaremos en la senda correcta para construir la nueva comunidad que nuestro hemisferio necesita. Es tiempo de un nuevo camino y una nueva dirección. El sector privado cumple un papel fundamental en ese sentido. En ese contexto, compartiré algunas reflexiones.

En medio de la incertidumbre actual, principios que antes parecían inquebrantables a nivel global—el multilateralismo, la democracia, el derecho internacional, el derecho internacional humanitario, el papel del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y muchas otras instituciones—están siendo puestos a prueba. Algunos se han debilitado. Debemos reconocer que el orden mundial creado tras la Segunda Guerra Mundial está cambiando. No solo debemos adaptarnos, sino también ser capaces de responder a ese cambio. Y al enfrentar estos desafíos, no se trata únicamente de analizar problemas. En lo personal, prefiero enfocarme en las oportunidades—nuevas maneras de hacer negocios y de cumplir con lo que debemos hacer en la OEA: unir al hemisferio. Necesitamos reimaginar nuestro mundo y nuestro hemisferio hoy. Sé que esto puede parecer alejado del mundo empresarial, pero ustedes mismos realizan estos ejercicios cuando proyectan sus negocios hacia el futuro.

El mismo ejercicio debe guiarnos a la hora de posicionarnos, también al sector privado, en este nuevo hemisferio. Cuando asumí la conducción de la Organización de los Estados Americanos, mi mandato fue muy claro: queremos avanzar la paz y la prosperidad—dos cosas, paz y prosperidad. Con la paz: fortalecer la democracia, los procesos electorales y la buena gobernanza. Con la prosperidad: asegurar que los pueblos de las Américas tengan empleo e ingresos; vivan en un entorno pacífico; y puedan concentrarse en el futuro de sus hijos, respaldado por una buena educación, servicios de salud de calidad y seguridad. Eso es todo: paz y prosperidad. Son nuestras dos áreas de enfoque, y estamos haciendo mucho en ese sentido.

Pero primero debemos atender otra cuestión. Vivimos en un mundo altamente polarizado. Necesitamos reconstruir la unidad política en nuestro hemisferio. Hay demasiada división—como vimos anoche. Eso genera incertidumbre, al punto de que la Cumbre de las Américas, prevista para inicios de diciembre, tuvo que posponerse. Por buenas razones, apoyamos esa decisión de la República Dominicana, y agradezco que el presidente Luis Abinader y el canciller Roberto Álvarez tuvieran el valor de evaluar la situación y asumir una posición en beneficio de nuestro hemisferio. No queremos una reunión de la que no salga nada—o, peor aún, más división. Lo que necesitamos es una reunión en la que se demuestre unidad y se defina un camino a seguir.

Esperaremos ese momento. La OEA respalda firmemente a la República Dominicana—para apoyar al gobierno como país anfitrión—y trabajaremos con otras instituciones como el BID y otros socios a lo largo del proceso. Esta nueva visión de paz y prosperidad requerirá tanto voluntad política como alianzas sólidas para responder a la realidad actual.

Lo más importante es que esta visión no puede lograrse solo desde los gobiernos. Requiere la participación de todos los sectores de la sociedad. El sector privado, representado por cada uno de ustedes, es indispensable para nuestro progreso compartido. Ustedes personifican la innovación, la resiliencia y el espíritu emprendedor que impulsan a nuestro hemisferio. Son una comunidad de mujeres y hombres visionarios—líderes que transforman ideas en industrias e inversiones en oportunidades. Los necesitamos como un socio sólido. Anoche dije: estamos en el mismo barco. Tal vez uno esté más cerca de la proa y otro hacia la popa—y a veces al revés—, pero sigue siendo el mismo barco. Si logramos salir y llegar a aguas más calmadas, todos estaremos contentos. Si permanecemos en aguas turbulentas y nos hundimos, nos hundimos todos. Esa es la simple verdad. Somos una sola sociedad y debemos trabajar juntos. Es una asociación, pero debe ser honesta y genuinamente constructiva. Su liderazgo alimenta no solo el crecimiento, sino también la esperanza—la esperanza de millones en las Américas de un futuro mejor, más justo y más próspero.

Hoy necesitamos, más que nunca, su liderazgo para atender la naturaleza interconectada de los desafíos que enfrentamos. Por eso es tan importante la relación con CEAL: paz, seguridad y prosperidad son inseparables. Sin seguridad, la inversión no puede prosperar. Sin inversión, el desarrollo se estanca. Y sin desarrollo, la democracia misma comienza a debilitarse. Al mismo tiempo, sin instituciones democráticas, se vuelve cada vez más difícil sostener el progreso a largo plazo. La democracia sigue siendo el mejor sistema disponible para brindar prosperidad compartida—pero no es automática ni está garantizada. Nuestra experiencia práctica así lo demuestra. Salvaguardar la democracia y la gobernanza democrática no es solo tarea de los gobiernos o de los organismos internacionales.

Es una promesa que debe cumplirse por todos en nuestras sociedades. En ese contexto, fortalecer la democracia, los derechos humanos y la buena gobernanza también está en su propio interés. Ustedes se benefician de la estabilidad. De modo que, lo que sea que hagan para apoyar la democracia, los derechos humanos y la buena gobernanza, no lo vean únicamente como filantropía o responsabilidad social empresarial. Véanlo como una inversión—como parte de su presupuesto. Es una relación de dar y recibir, en beneficio de todos. Para que la democracia perdure, debe rendir frutos para todos. Los ciudadanos deben ver mejoras tangibles en su vida cotidiana. Cuando la prosperidad llega a la gente, crece la confianza en la democracia, se sostiene la paz y las sociedades prosperan.

El sector privado está en el corazón de esta relación mutuamente reforzadora entre democracia y desarrollo. Los negocios no pueden prosperar cuando las libertades se restringen o cuando no hay estado de derecho. Del mismo modo, las democracias no pueden florecer sin un sector privado dinámico—sin empleos e ingresos—especialmente donde prevalece la pobreza. Lo que necesitamos es una mayor coordinación entre todos los actores de nuestras sociedades para trabajar hacia un objetivo común. Esa es la esencia de la agenda de paz y prosperidad que impulsamos en la OEA—una agenda que se basa en la misión histórica de la organización de defender los derechos humanos, fortalecer la democracia y promover la seguridad y el desarrollo como pilares perdurables de nuestro trabajo colectivo.

Los pilares de la OEA—las metas y propósitos adoptados en 1948 en Bogotá, Colombia—no han cambiado. El próximo año, la OEA celebrará 80 años de existencia. Esas metas eran válidas entonces y siguen siéndolo hoy. Las circunstancias cambian y debemos adaptarnos a ellas, pero los objetivos permanecen: democracia, derechos humanos, seguridad y desarrollo. Son pilares que se refuerzan mutuamente. Y cuando hablo de movilizar al sector privado y a toda la sociedad, también movilizamos al sistema interamericano. Durante demasiado tiempo hemos trabajado en compartimentos estancos: el Banco Interamericano de Desarrollo, la Organización Panamericana de la Salud, el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura y la Organización de los Estados Americanos. Todos tenemos funciones que desempeñar para fortalecer colectivamente el sistema interamericano, y ya hemos comenzado a hacerlo. Las cuatro organizaciones ahora trabajan estrechamente. Ya sea sobre Haití o sobre cuestiones específicas de desarrollo económico, coordinamos. Esa es la unidad que demostramos como organizaciones internacionales dentro del sistema interamericano.

En la OEA hemos hecho mucho para apoyar la democracia. En los últimos años, hemos realizado más de 330 misiones de observación electoral en 28 países. No certificamos elecciones como tales, pero brindamos, si se quiere, un sello de aprobación cuando las cosas salen bien, y siempre hacemos recomendaciones para mejorar los procesos electorales—porque la democracia es un proceso en evolución. Ese es solo un ejemplo de cómo ayudamos a proteger los procedimientos democráticos en nuestros países. También queremos asegurar que la gobernanza democrática se mantenga como pilar de la democracia. En demasiados países, los líderes son elegidos democráticamente pero no gobiernan democráticamente. Debemos evitarlo, y en algunos países está ocurriendo. Tenemos desafíos.

Es importante que las alianzas que asumimos sean mutuamente beneficiosas y se fundamenten en la responsabilidad compartida. A pesar de la turbulencia global—a la que no somos inmunes, pero en la que no buscamos desempeñar un papel activo—nuestro hemisferio sigue siendo una zona de paz. Es una de las pocas regiones del mundo que puede afirmarlo. Debemos salvaguardarla. También hay un papel para que el sector privado alce la voz—para llamar a los líderes políticos a proteger la paz en nuestro hemisferio. De lo contrario, el impacto será enormemente negativo: para el sector privado, para nuestras sociedades y para la seguridad general en el hemisferio. Aparte de todo lo demás, los conflictos cuestan dinero—dinero que podría gastarse de otra manera.

Queremos asegurar que el hemisferio occidental siga siendo una zona de paz. Ayúdennos a lograrlo al destacar la importancia de este tema. Hay mucho trabajo por hacer. Estoy convencido de que el sector privado puede hacer más en nuestro propio hemisferio, particularmente en algunas áreas.

Primero, informémonos mutuamente sobre las oportunidades de negocios entre nuestros países. No veo que eso ocurra lo suficiente. Deben hacerse visibles las oportunidades de inversión. Esta es la colaboración que quiero discutir: ¿cómo aseguramos que la información esté disponible sobre dónde están las oportunidades? Mantengamos el capital y la inversión en nuestra propia región y generemos empleos con esas inversiones. Hay amplias oportunidades—en seguridad alimentaria, seguridad energética y otras áreas que están a la vanguardia de su agenda—, pero primero debemos saber dónde están.

Necesitamos conectarnos mejor dentro del hemisferio. Conectividad humana—entre personas; sector privado con sector privado; intercambios culturales y estudiantiles. ¿Cuántos de nosotros viajamos a países del Caribe para conocerlos mejor? ¿Cuántos en el Caribe viajan a otras partes del hemisferio para conocer oportunidades, lenguas y personas? Sin conocernos, es muy difícil construir confianza y aprovechar oportunidades. Por ello, hago un llamado al sector privado para que nos ayude a construir esa conectividad humana. También necesitamos conectividad de transporte—mejor infraestructura vial para poder desplazarnos en automóvil entre nuestros países, mejores rutas marítimas y mejores rutas aéreas. Algunos países siguen relativamente aislados de estas redes.

Hay mucho trabajo por hacer—no solo por la conectividad en sí, sino también para habilitar la inversión. La conectividad digital—la inversión en banda ancha y sistemas interoperables—es otra prioridad. La conectividad informacional es igualmente importante: compartir datos, inteligencia comercial y oportunidades de mercado; desarrollar los mercados de capital en nuestra región; que los bancos trabajen juntos a lo largo de las Américas; agilizar los flujos financieros. Estas cuestiones siguen pendientes.

Necesitamos escuchar del sector privado—alguien me lo dijo ayer—cuáles son los impedimentos y obstáculos, para que los gobiernos los consideren y trabajen en removerlos. Ese es el propósito de esta asociación que buscamos. Tenemos mucho por hacer. Estoy convencido de que, dado el tamaño de nuestros mercados en América Latina y el Caribe—aproximadamente 600 millones de personas—, y sumando América del Norte nos acercamos a 900 millones de personas. Es un mercado considerable. Puede que no tenga el mismo poder adquisitivo que Europa, pero Europa es aproximadamente la mitad de nuestro tamaño y le va mejor. Nuestro comercio intrarregional es de aproximadamente el 15%, mientras que otras regiones alcanzan el 55–60% porque mantienen la riqueza dentro de la región, crean empleos y aumentan la productividad. No lo estamos haciendo lo suficientemente bien en este hemisferio. Nuestra presencia global en la economía mundial está entre las más bajas. Podemos hacer más—hay oportunidades, y nuestras economías están creciendo. Esta es otra área que debemos fortalecer. No sucederá de la noche a la mañana, pero debemos empezar. Veo que algunos países avanzan en esa dirección, pero hay muchas más oportunidades. Tenemos la posibilidad de crecer en este hemisferio; el sector privado debe ser parte esencial de ello. Los nuevos desafíos también traen oportunidades.

Uno de los desafíos es que nuestra región no está bien dotada de industrias estratégicas—la farmacéutica, por ejemplo—, así como de tecnología, innovación, inteligencia artificial y su impacto en los negocios y la sociedad, y analítica de datos. ¿Cuántas empresas están invirtiendo en estas áreas? Muy pocas en América Latina y el Caribe. Estos son nuestros nuevos desafíos y no debemos rezagarnos. Si lo hacemos, tendremos que consumir servicios desarrollados en otros lugares—y eso ha sido demasiadas veces el caso. Construyamos nuestra propia industria de servicios en tecnología e innovación. La ciberseguridad plantea imperativos similares. Esto requiere un análisis más profundo de nuestro panorama del sector privado en las Américas. Encontraremos desafíos—pero más oportunidades que desafíos. Considérennos un socio. Me alegra que hayamos iniciado esta conversación, y pueden contar conmigo y con la Organización de los Estados Americanos para continuarla.

Me alegra mucho que en breve firmaremos, Roberto, el memorando de entendimiento que formaliza la relación entre la Organización de los Estados Americanos y CEAL. También me complace que una de nuestras áreas de enfoque—junto con inclusión financiera, empleo, educación y seguridad alimentaria—sea el apoyo a Haití. Compartimos la responsabilidad como miembros de las Américas. Haití es miembro fundador de la Organización de los Estados Americanos—junto con la República Dominicana y Cuba, el tercer país del Caribe entre los fundadores. Si no tenemos éxito en Haití, personalmente siento que, como hemisferio, habremos fracasado. Sé que mucho depende de Haití mismo, pero debemos hacer el esfuerzo. Agradezco que CEAL, combinando la fuerza del sector privado con conciencia social, esté dispuesto a trabajar con nosotros en Haití y con otras instituciones interamericanas en educación, seguridad alimentaria e inclusión financiera. La firma de este documento será un hito para nosotros, y espero que el inicio de una relación duradera—no solo respecto de Haití, sino en muchos otros ámbitos en los que podamos ayudar.

Permítanme concluir señalando que la 10ª Cumbre de las Américas ha sido reprogramada para 2026. Eso no significa que podamos ignorar uno de nuestros obstáculos críticos: la ausencia de unidad entre nuestro liderazgo político en el hemisferio. Debemos concentrarnos en ello. Sin una reunión hemisférica inmediata para discutir estos temas, la responsabilidad recae ahora en la OEA y otras instituciones—y también en el sector privado y la sociedad civil—para convocar y construir esa unidad. Tenemos demasiadas divisiones en el hemisferio. Eso no los ayudará. Una vez más, esto es mutuamente beneficioso. Debemos ayudarnos unos a otros a construir un hemisferio unido, porque sin unidad no podremos recorrer el camino de la paz y la prosperidad.

Trabajemos juntos—unamos fuerzas—no solo por nosotros, sino para asegurar que esta generación y la próxima tengan vidas mejores y disfruten de esas vidas en sus propios barrios, en sus propias circunstancias. Con ello, construyamos un hemisferio exitoso, estable y próspero: las Américas.

Muchas gracias.