• A pesar de los recientes avances en inversión social, crecimiento económico, y erradicación de la pobreza, la desigualdad en las Américas sigue siendo la mayor del mundo. La CEPAL estima que la pobreza ha aumentado desde el año 2015 alcanzado en el año 2017 al 30,7% de la población, lo que equivale a 186 millones de personas viviendo en la pobreza. Según los datos más recientes, el 10,2% de la población vive en pobreza extrema. Lo cual equivale a 62,2 millones de personas viviendo con menos de 1,25 dólares americanos al día . La pobreza y la pobreza extrema siguen siendo más elevadas entre niños, adolescentes y jóvenes, mujeres, afrodescendientes, indígenas y residentes en áreas rurales.
• La Región se enfrenta a una carga importante de Enfermedades No Transmisibles (ENT), ya que unos 250 millones de personas sufren una o varias de ellas. Para citar algunos ejemplos:
• Las Enfermedades No Transmisibles (ENT) son la principal causa de muerte y de discapacidad en la región causando la muerte de aproximadamente 4.3 millones de personas por año , esto para ilustrarlo equivale a cerca de la población del país de Costa Rica.
• La Región tiene las tasas más altas de obesidad en el mundo y las mujeres tienen una mayor probabilidad de ser obesas que los hombres. Cerca de 4 millones de niños de menos de 5 años de edad se encuentran con sobrepeso.
• Del mismo modo, las Américas es la región que ocupa el segundo lugar en el consumo de alcohol per cápita, y en episodios de consumo excesivo de alcohol.
• Estas enfermedades afectan de forma desproporcionada a los sectores más vulnerables y desfavorecidos de nuestra población. El género, la raza, la etnicidad, el nivel educativo, y la posición socioeconómica, son factores que inciden en cuanto al riesgo de contraer las ENT.
• El ciclo de pobreza, desnutrición, enfermedad y el limitado acceso a servicios y oportunidades de nuestros ciudadanos y ciudadanas se perpetúa de generación en generación lo cual incide a su vez en su acceso a servicios de salud de calidad y se ve reflejado en resultados, en algunos, negativos en materia de salud de estas poblaciones.
• Los costos asociados con estas enfermedades, su impacto excesivo en las poblaciones pobres y vulnerables, y los desafíos para abordar sus determinantes subyacentes y factores de riesgo, amenazan el desarrollo social y económico de la región.
• Los Jefes de Estado y de Gobierno desde la V Cumbre de las Américas celebrada en el 2009, han expresado y reiterado su preocupación ante la carga que representan las ENT en la región.
• A nivel global, en el 2011, las ENT han sido reconocidas oficialmente como una amenaza para el desarrollo. Los altos costos para su atención y la larga duración para su tratamiento, contribuyen a empobrecer a las personas causando la pérdida de sus ingresos familiares y la pérdida de la productividad afectando considerablemente la economía de los países.
• Esta preocupación a nivel global ha sido retomada por la Agenda 2030 de Desarrollo que incluye como una de sus metas de salud para el año 2030 la reducción a un tercio de la mortalidad prematura por las enfermedades no transmisibles (ODS- 3 Meta 3.4).
• Desde la perspectiva del lema que hemos adoptado “Más derechos para más Gente”, entendemos que el acceso a la salud es un derecho humano fundamental, siendo un factor decisivo para el bienestar de las personas, las familias y las comunidades de las Américas además de un requisito para la democracia y el desarrollo humano con equidad en la región.
• Bajo esta premisa, hemos entendido que para afrontar eficazmente el combate a las Enfermedades No Transmisibles, es necesario contar con un abordaje integral e intersectorial para generar las condiciones para el goce de los derechos de salud y protección social ya consagrados en los marcos jurídicos de la región.
• En el marco de los instrumentos interamericanos, desde la OEA estamos trabajando en avanzar en la agenda de derechos y equidad de la región a través de la Secretaría de Acceso a Derechos y Equidad, la SADyE.
• Me gustaría resaltar, ahora, los trabajos que se realizan en el marco de la implementación de los compromisos de los Estados parte al Protocolo Adicional a la Convención de Derechos Humanos en materia de derechos económicos, sociales y culturales, conocido como Protocolo de San Salvador.
• Uno de los derechos que contempla este instrumento, es el derecho a la salud y de manera transversal se contemplan los derechos de los niños, las niñas y adolescentes, de las personas mayores y las personas con discapacidad. Por medio de un mecanismo de seguimiento, los estados parte presentan informes periódicos en base a indicadores de progreso analizados por un Grupo de Expertos coordinado desde la SADyE. La valiosa información que se produce a través de este mecanismo permite a los Estados Parte medir la progresividad de los derechos humanos, incluyendo el derecho a la salud en la región pero sobretodo les permite revisar, re-evaluar y diseñar políticas públicas sobre la materia.
• Por otro lado, la Carta Social de las Américas y su Plan de Acción adoptado en el 2015, que se proponen atender los serios problemas de exclusión social y desigualdad en todos los niveles, los Estados Miembros han dado prioridad a los temas de Salud y Protección Social. Han asumido entonces el compromiso de “desarrollar e implementar políticas y programas de protección social integral”, así como “incorporar la promoción y protección de la salud en las políticas intersectoriales para atender los determinantes sociales de la salud de nuestras poblaciones, con el fin de reducir inequidades, construir entornos físicos y sociales adecuados y facilitar comportamientos más saludables”.
• Como lo mencionaba en este esfuerzo es fundamental articular el trabajo conjunto a nivel de los gobiernos nacionales así como el liderazgo estratégico de las instituciones regionales como la OEA y la OPS. Esto incluye a sectores como la educación, la agricultura, el medioambiente, la industria y el comercio, el desarrollo económico, la planeación urbana, el transporte, los deportes, el trabajo y el empleo, las comunicaciones, el desarrollo social y las estrategias de combate a la pobreza. Todo esto afecta el entorno de la salud.
• Creemos firmemente que el trabajo conjunto en esas temáticas permiten brindar a los países de la región de una manera más efectiva, asesoramiento sobre políticas, asistencia técnica y creación de capacidades, teniendo un abordaje común y armonizado para el intercambio de información y la creación de redes entre organizaciones e instituciones de la región para asegurar el máximo impacto.
• Por ello, hemos estado desarrollando diversas acciones para atender estos retos.
• En el 2014, en conjunto con la OPS acordamos fortalecer nuestros lazos de cooperación para promover la formulación y la implementación de políticas de protección social y sistemas de salud más equitativos e integrados, de manera de avanzar hacia la cobertura universal de salud y hacer realidad que todos los ciudadanos tengan acceso a una salud de calidad.
• En junio del 2015, la OEA en conjunto con la OPS y otras agencias multilaterales como el Banco Mundial, el BID, la CEPAL y el IICA suscribimos una declaración conjunta para fortalecer las acciones de prevención y de las ENT mediante la cooperación interamericana.
• También en el 2016, hemos acordado unir esfuerzos, experiencias, y conocimientos con la OPS para poder articular acciones y acompañar a los Estados Miembros en la implementación de la Agenda 2030 y los ODS abordando en particular los determinantes sociales de la Salud, la equidad y la inclusión social.
• Quisiera finalizar diciendo que avanzar en una agenda de equidad en la región es crucial para contribuir a estos esfuerzos. Reducir las inequidades y las desigualdades sociales en todas sus esferas a la base de la ocurrencia de las Enfermedades No Transmisibles permitirá una distribución más equilibrada de los beneficios del desarrollo y la prosperidad “para no dejar a nadie atrás”. Tenemos que trabajar juntos para lograr estos objetivos.