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CIDH culmina visita in loco a Honduras
5 de diciembre de 2014
  Tegucigalpa, Honduras – La Comisión  Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) culminó hoy una visita in loco a  Honduras, que tuvo lugar del 1 al 5 de diciembre de 2014, con el objetivo de monitorear  la situación general de derechos humanos en el país. La delegación estuvo  encabezada por la Presidenta de la CIDH, Tracy Robinson, la primera vicepresidenta,  Rose-Marie Belle Antoine, José de Jesús Orozco Henríquez, Rosa María Ortiz, Paulo  Vannuchi y James Cavallaro. Asimismo, integraron la delegación el Secretario  Ejecutivo de la CIDH, Emilio Alvarez Icaza, la Secretaria Ejecutiva Adjunta,  Elizabeth Abi-Mershed, y el Relator Especial para la Libertad de Expresion,  Edison Lanza, así como especialistas de la Secretaría Ejecutiva.
  
  La Comisión sostuvo reuniones con autoridades  estatales de los tres poderes del Estado, organizaciones de la sociedad civil y  otras personas que se acercaron a presentar información sobre la situación de  derechos humanos en el país. Realizó visitas sin restricciones a diversas  regiones, incluyendo La Ceiba, Tocoa, El Progreso, San Pedro Sula y el Bajo  Aguán, y recorrió centros de atención a migrantes y a niños migrantes,  comunidades garífunas y comunidades campesinas, así como varios centros  penitenciarios del país.
  
  La Comisión agradece al Presidente Juan Orlando  Hernández y a su Gobierno la invitación a realizar esta visita, así como todas  las facilidades logísticas y asistencia brindadas para la realización  satisfactoria de la misma. En este sentido, la Comisión reconoce y valora la  información aportada por el Gobierno y la apertura para establecer un diálogo  constructivo con la CIDH. Asimismo, la Comisión agradece la hospitalidad con  que el Gobierno y el pueblo de Honduras recibieron a la delegación.
  
  En su visita, la Comisión constató alarmantes  niveles de violencia, que se ubican entre los más altos del mundo. Además de  una de las tasas de homicidios per cápita más altas a nivel global, en Honduras  hay desapariciones, altos niveles de violencia de género y conflictos agrarios  que también producen hechos de violencia, entre otros graves crímenes. Estos tienen  lugar en un contexto de gran impunidad, resultado de la debilidad  institucional, la corrupción y la falta de independencia del Poder Judicial,  entre otros factores.  La impunidad  caracteriza tanto a hechos de violencia como a una amplia gama de violaciones a  los derechos humanos, tal como la ocupación ilegal de tierras de comunidades  indígenas, rurales y afrodescendientes, la violación de los derechos laborales,  y actos de discriminación, entre otros. La falta de investigación y la  impunidad en la que permanece la enorme mayoría de las violaciones a los  derechos humanos, alimentan una espiral creciente de violencia. Además de dejar  a las víctimas sin acceso a la justicia, la impunidad afecta negativamente a  toda la sociedad hondureña, que recibe el mensaje de que esta violencia es  inevitable. 
  
  Quienes buscan justicia, quienes denuncian e  informan, y quienes defienden sus derechos o los de otros, frecuentemente son  amenazados e incluso asesinados, y en ocasiones también sus familiares son amenazados,  secuestrados, golpeados o asesinados. La Comisión escuchó testimonios  alarmantes sobre los asesinatos y el hostigamiento contra defensores de  derechos humanos, operadores de justicia y periodistas, entre otros. La  CIDH urge al Estado a adoptar medidas urgentes  para atacar las causas estructurales de esta violencia y de la impunidad, así  como para proteger a la población ante esta situación. En este sentido, la  Comisión considera que las autoridades deben asegurar que el proyecto de ley  que actualmente está en el Congreso para la protección de periodistas,  defensores y operadores de justicia cumpla con todos los estándares  internacionales de derechos humanos, y sea aprobado de manera urgente.
  
  El proceso para reestablecer la  institucionalidad democrática tras el golpe de Estado de 2009 requiere un  importante y constante esfuerzo por parte de todas las autoridades del país. En  las reuniones sostenidas durante la visita, el Estado de Honduras ha reafirmado  su voluntad de generar estrategias para recuperar la credibilidad de la  sociedad en las instituciones. En este sentido, la CIDH saluda el nombramiento  del Comisionado Nacional de Derechos Humanos, y espera que el Estado le  proporcione los recursos y condiciones que le permitan trabajar con  independencia y eficacia. La Comisión asimismo saluda los esfuerzos del  Instituto de Acceso a la Información Pública y la firma de un acuerdo con  Transparencia Internacional para combatir la corrupción y fortalecer las  instituciones nacionales para este fin. Adicionalmente, la CIDH saluda la  decisión del Gobierno de invitar una mayor presencia en el país de la Oficina  del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU.
  
  Por otra parte, la Comisión nota que uno de  los ejes centrales en la respuesta estatal frente a los graves problemas  estructurales de violencia, impunidad, corrupción y crimen organizado en el  país, es la intervención de las Fuerzas Armadas en múltiples ámbitos y  funciones. El Ejército participa activamente en funciones de seguridad  ciudadana a través de cuerpos especializados como una “policía militar”, a  pesar de que los estándares internacionales indican que la seguridad ciudadana debe  ser de competencia exclusiva de una fuerza policial civil, respetuosa de los  derechos humanos. Asimismo, el Ejército hondureño tendría influencia en la  investigación y sanción de los delitos relacionados con el crimen organizado, a  través del Consejo Nacional de Defensa y Seguridad. Esto ha generado la  creación, en los hechos, de un procedimiento con características similares a un  fuero especial para miembros de la policía militar. 
  
  Las Fuerzas Armadas se involucran también en temas  de formación cívica y educativa para niños y niñas “en riesgo social” a través  del programa “Guardianes de la Patria”. La Comisión expresa su preocupación  ante los riesgos involucrados en el hecho de que niños, niñas y jóvenes de  entre 5 y 23 años de edad sean entrenados en instalaciones militares, y  utilicen plazas, parques y canchas de fútbol militarizadas. El Ejército también  tiene funciones en el sistema penitenciario, y es enviado a cumplir funciones  de seguridad a zonas donde hay conflictos agrarios y de tierras, tal como el  Bajo Aguán. En este contexto, la CIDH expresa preocupación por la aprobación y  vigencia de una Ley de Secreto muy amplia en materia de seguridad nacional. La  CIDH considera que el involucramiento de las Fuerzas Armadas en esta amplia  gama de funciones del Estado representa un riesgo para la vigencia del Estado  de Derecho. 
  
  La Comisión entiende que el Estado tiene el  deber de adoptar medidas efectivas para combatir el crimen organizado y  salvaguardar a la sociedad hondureña ante el clima reinante de violencia e  impunidad. Sin embargo, el enfoque de derechos humanos necesariamente debe  prevalecer en toda política pública que el Estado adopte para cumplir con un  objetivo determinado, sea educación, seguridad ciudadana, control  penitenciario, solución de conflictos sobre el territorio, y fortalecimiento de  las entidades que participan en la administración de justicia. La CIDH expresa  preocupación por el enfoque excesivamente punitivo del sistema de justicia  penal, e identifica como prioridad que el mismo sea modificado. En ese orden de  ideas, la Comisión señala que con el fin de asegurar un sistema de justicia  eficiente y eficaz, es necesario fortalecer las salvaguardas de independencia  de los jueces. Asimismo, la Comisión considera indispensable fortalecer el  sistema de justicia juvenil, de acuerdo a los estándares internacionales de  derechos humanos. La Comisión estima que la estrategia elegida por el Estado de  Honduras para hacer frente a las preocupaciones expresadas genera graves  preocupaciones cuando es valorada desde una perspectiva de derechos humanos.
  
  Por otra parte, la Comisión Interamericana  constató en su visita que persisten en Honduras altos índices de pobreza y de  desigualdad social, con graves consecuencias de exclusión social y económica y  de discriminación estructural. La pobreza y la falta de acceso a alimentación  básica afecta a grandes sectores de la población, con una especial incidencia  en niños y niñas, pueblos indígenas, comunidades afrodescendientes y rurales,  donde se registran preocupantes índices de malnutrición.  Estos grupos y otros, tales como las mujeres  y las personas trans, enfrentan graves obstáculos en el acceso a servicios  básicos como salud y educación, y son afectados en forma desproporcionada por  la falta de empleo o por empleos de salarios bajos y grandes riesgos de  consecuencias nocivas para la salud. Los buzos miskitos, por ejemplo, son  víctimas de condiciones laborales, de tal precariedad, que terminan con  discapacidades físicas significativas, sin ningún tipo de cobertura de  seguridad social, incapacitados para poder trabajar y proveer un ingreso mínimo  para ellos y sus familias. 
  
  En el Bajo Aguán, la CIDH observó que la  pobreza y la exclusión en que vive la mayoría de las personas, se suma una  ausencia absoluta de esperanza, debido a la falta de oportunidades y la falta  de acceso a la justicia para resolver los conflictos relacionados con la  disputa por la tierra. En la costa atlántica, el avance de empresas privadas  nacionales, extranjeras y multinacionales en la explotación de recursos naturales  y la construcción de megaproyectos sin consulta previa con las comunidades  Garífuna que habitan esas tierras y territorios ha generado una situación de  pobreza y despojo en dichas comunidades. En las maquilas, las mujeres  trabajadoras son sometidas a condiciones de explotación laboral. La falta de  expectativas de que sea posible una mejora de la situación funciona como un  factor de expulsión de la población hondureña, llevando a muchos a decidir  emigrar ante la perspectiva de una vida en la pobreza o la pobreza extrema,  combinada con la violencia y la impunidad reinante. 
  
  Las observaciones  preliminares de la CIDH sobre la situación de los derechos  humanos en Honduras se publican hoy como Anexo a este comunicado.  Asimismo, con la información recibida durante la visita y otros insumos, la  CIDH elaborará en los próximos meses un Informe de País sobre la situación de  los derechos humanos. A través de dicho Informe, la CIDH ofrecerá  recomendaciones destinadas a apoyar al Estado en sus esfuerzos por cumplir con  sus obligaciones bajo la Convención Americana sobre Derechos Humanos.
  
  Finalmente, la Comisión recuerda que es inaceptable  cualquier tipo de represalia o estigmatización que emprenda un Estado motivada  por la participación o el accionar de personas u organizaciones ante los  órganos del sistema interamericano, en ejercicio de sus derechos  convencionales. El artículo 63 del Reglamento de la CIDH establece que los  Estados deben “otorgar las garantías pertinentes a todas las personas que  concurran a una audiencia o que durante ella suministren a la Comisión  informaciones, testimonios o pruebas de cualquier carácter” y no pueden  “enjuiciar a los testigos ni a los peritos, ni ejercer represalias contra ellos  o sus familiares, a causa de sus declaraciones o dictámenes rendidos ante la  Comisión”.
  
  La CIDH es un órgano principal y autónomo de la Organización de los Estados Americanos (OEA), cuyo mandato surge de la Carta de la OEA y de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. La Comisión Interamericana tiene el mandato de promover la observancia de los derechos humanos en la región y actúa como órgano consultivo de la OEA en la materia. La CIDH está integrada por siete miembros independientes que son elegidos por la Asamblea General de la OEA a título personal, y no representan sus países de origen o residencia. 
No. 146/14